No sigas errando

“Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.” Mateo 22:29

Cuando juego Lego con mi hijo Daniel, por lo general voy combinando piezas a ver que sale. Sin embargo él, desde su más tierna edad, lo hace diferente y arma figuras que me impresionan. Al ver la pieza armada me parece tan compleja que me pregunto si tengo un genio en casa. Pero él simplemente sigue las instrucciones, paso a paso, sin saltarse ninguna y sin dejarse confundir si alguna de las partes parece no ajustar, sobrar o faltar. Ese es su secreto. Simplemente confía en que quien diseñó la pieza y sus partes, la conoce mejor.

Lamentablemente hay quienes viven como cuando yo juego sin instrucciones. Formando piezas, algunas atractivas, otras no tanto, pero todas por puro azar, uniendo primero y observando después a ver qué salió y, si se complica mucho, la destruyen y comienzan de nuevo. Y esta metodología también tiene amplia aplicación en matrimonios, trabajos o proyectos, amistades y hasta en dietas y entrenamientos. Viven cada día por ensayo y error, actuando en una dirección pero esperando moverse hacia otra. ¡Qué desorden! ¿Quién te dijo que los deseos sin las acciones sirven de algo? Yo quiero invitarte hoy a que dejes de errar, y sigas cuidadosamente las instrucciones del manual de tu fabricante: la Biblia. No sigas desestimando al más grande de los libros solo porque no lo conoces. Hoy más que nunca tienes acceso directo a múltiples versiones, comentarios, planes de lectura, estudios, etc. pero simplemente la pones de lado. Dices creer en Dios pero Su Palabra no es importante para ti. Dices amarlo pero Su opinión no te interesa. Dices que Él es poderoso pero ni siquiera le temes. Dices que Dios te ama porque murió por ti pero en el fondo, no te lo crees. Solo cuando tocas fondo, en profunda necesidad, le pides ayuda pero de una manera extraña, según tu deseo, no el suyo; y creyéndole solo a medias, como quien juega a la lotería. No es de extrañarnos por qué erramos tanto. Jesús lo dice claramente en este verso: Porque “ignoramos las Escrituras” y, al ignorarlas, ignoramos también “el poder de Dios.”

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 7:21

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