Verdaderamente libres… Parte 2

“Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Juan 8:33

La respuesta de los fariseos que ya habían creído en Jesús, no deja de desconcertarme. Dijeron que nunca habían sido esclavos de nadie pero, ¿y los babilonios? ¿Y los egipcios? De hecho, en el momento en que este diálogo se desarrolla, Israel está bajo del dominio de Roma ¡Claro que habían sido esclavos, de muchos y por muchísimos años! ¿Por qué pues esta negación? Creo que por la misma razón por la que la “mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar” descrita en Lucas 13:11, no le pidió a Jesús que la sanara. ¡Por la costumbre! Nos acostumbramos a vivir de una manera y creemos que eso es todo lo que Dios tiene para nosotros. Pero Papá tiene mucho más…

Si Jesús dice que me puede hacer verdaderamente libre, yo creo que está hablando de dos cosas: una, un nivel de plenitud de vida en Él mucho mayor de la que yo puedo concebir con mis propias fuerzas e inteligencia; y dos, de un impedimento que obstaculiza mi acceso a esa vida y del cual no me percato. Una barrera invisible, un punto ciego, una fortaleza que me está deteniendo. No te conformes con lo que tienes, no importa cuán bueno sea porque, con Jesús, será mejor, y no estoy hablando de dinero. ¿Tienes un buen matrimonio? Que bien, pero si le das espacio al Espíritu Santo, será aún mejor, con mayor pasión, romance, compañerismo. ¿Tus hijos están bien encaminados? Te felicito pero pídele a Dios que cumpla Su propósito en ellos, y los verás florecer más. ¿Prospera tu carrera o negocio? Maravilloso pero úsalo para Su Reino y vendrá más bendición. Pasa más tiempo con Dios. ¡Conócelo! Desarrolla intimidad con Su Espíritu. En el verso 37 Jesús les dice: “procuráis matarme porque mi palabra no halla cabida en vosotros.” Si Su Palabra no entra en tu alma, podrías estar matando a Jesús en ti. Pero Pablo dice que Jesús “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,…” (Efesios 3:20), y David clama: “No hay bien para mi fuera de ti” (Salmos 16:1c). Lo más increíble es el final de este diálogo entre el Señor y los religiosos. Es tanta la mentira que han entrado en nuestra alma, que no creemos a Quien dice la Verdad:

“Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.” Juan 8:45

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