Verdaderamente libres… Parte 3
“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” Juan 8:34
El mayor logro del enemigo ha sido hacernos creer que hay bien en el pecado. Es triste ver cómo, bajo la imagen de un diablito rojo con cuernos y tridente, se minimiza y ridiculiza la maldad de un enemigo feroz, que nos odia y que no tendrá compasión alguna con aquel que caiga en sus manos. Me impacta cuando escucho a alguien decir que “a fulano le va muy bien porque hizo un pacto con el diablo.” Personalmente no conozco a un solo brujo o hechicero bendecido, sino todo lo contrario. Jesús dijo que satanás solo quiere “hurtar, matar y destruir” pero Él, el Cristo, vino “para darnos vida, y vida en abundancia.” (Juan 10:10). Entonces ¿por qué tanta gente lo entiende exactamente al revés? ¿Cómo es posible que alguien crea que el usurpador le va a dar vida cuando él “…ha sido homicida desde el principio”? (Verso 44). Lo que pasa es que cuando estamos atados en las ligaduras del pecado, funcionamos desde el alma, no desde el espíritu. Por eso nuestros sentimientos y argumentos se levantan contra el conocimiento de Dios y “profesando ser sabios, nos hacemos necios.” (Romanos 1:22). Nuestra mente parcializada y arrogante, deseosa de justificar y satisfacer sus deseos, ofrecerá los razonamientos y argumentos más absurdos para ser indulgentes. Pero esto no es nuevo, las excusas comenzaron con el mismo Adán: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” (Génesis 3:12). En otras palabras, la culpa es de ella por darme del fruto y tuya por dármela de compañera…
Pero si en cambio puedes reconocer que hay ataduras en tu corazón; si puedes evaluarte objetivamente, y aceptar que no puedes dejar ciertos vicios o hábitos; o que hay puntos ciegos en tu vida, es posible que detectes que el pecado (error) te esté esclavizando, robándote la libertad en algún área, seas creyente o no. Recuerda que al aceptar a Jesús, el espíritu se reactiva pero el alma apenas inicia un proceso de transformación (“renovaos en el espíritu de vuestra mente,” Efesios 4:23). Solo permaneciendo en Su Palabra, orando, adorándolo, tu alma será renovada, entonces serás Su discípulo, conocerás la Palabra, y la Palabra (Cristo) te hará libre. Es necesario que el alma se sujete al espíritu, lo subjetivo a lo real, lo ilusorio a la verdad porque solamente:
“El que es de Dios, las palabras de Dios oye;…” Juan 8:47a