El poder de la deshonra

“Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.” Marcos 6:5

Jesús estaba de visita en su tierra Nazaret. Seguramente quería anunciarles el reino a los amigos de su infancia y familiares. Sabemos que ya se había difundido su fama por toda la provincia alrededor de Galilea (Marcos 1:28), de modo que con certeza habían escuchados de los milagros, prodigios y maravillas que hacía. Pero había un gran problema: La deshonra. Ellos lo recordaban lleno de aserrín y se decían: “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él.” (Marcos 6:3). De allí la famosa frase de Jesús: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra…” Ahora, lo increíble es que el mismísimo Creador del Cielo y de la tierra, “no pudo hacer allí ningún milagro” (verso 5a) y “… estaba asombrado de la incredulidad de ellos.” (verso 6a).

¿Eres de los que dicen: “si Dios existiera no habría tanto sufrimiento”? “¿No se supone que Dios se manifieste donde se le necesita?” La respuesta es un rotundo “no.” Para empezar, todos lo necesitamos, pero Él es Rey y solo se manifiesta donde se le honra. Él respeta, a toda costa, el libre albedrío con que nos creó. No quiere robots ni personas perfectas sino hijos que le honren, lo amen y lo busquen con toda sus mentes, almas y fuerzas (Deuteronomio 6:5, Mateo 22:37 Lucas 10:27). Si repentinamente te encuentras delante de un gran líder, presidente o rey, le mostrarás respeto. Aún si no lo admiras, lo honrarás debido a su alta investidura. Igualmente si crees que Jesús es Dios, lo honras y lo tratas como tal. Si lo llamas: universo, fuerza, nirvana, energía vital o cualquier otro absurdo nombre impersonal, no lo conoces y por ende, no lo honras, lo cual hace que Él no pueda bendecirte ni operar en ti ningún milagro. Algunos, llenos de arrogancia, le dicen al Dios en quien no creen: “Si tú existes entonces que me suceda esto y aquello.” Pero Dios nunca responde cuando tomamos su lugar, cuando tratamos de manipularlo con malcriadeces, ni cuando somos altivos. Nuestra propia jactancia teje el velo que nos impide reconocerlo…

“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos.” Salmos 138:6

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