¿Juicio o misericordia?

“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.” Santiago 2:13

¿Alguna vez has deseado que se haga justicia? ¿Qué alguien sea sancionado rápida y drásticamente? ¿Has sentido alguna vez el vivo deseo de que alguien sea castigado, condenado o ajusticiado? O quizás sea un deseo un poco menor, como que alguien pierda su trabajo, fracase en un proyecto o sea rechazado y le vaya mal. Bueno, de dos cosas estoy seguro: Primero, que sí lo has deseado (probablemente más de una vez), y segundo, que la persona objeto de ese deseo de justicia nunca has sido tú mismo. ¿Por qué lo sé? Porque cuando fallamos, no pedimos justicia, pedimos misericordia. Cuando somos nosotros los que erramos, encontramos múltiples justificaciones para nuestro comportamiento, sin importar lo indigno o torcido que fue. Es tan fácil describir, con lujo de detalles, cada uno de los errores que “injustamente” se han cometido contra nosotros, mientras se nos hace tan difícil resumir los nuestros.

En Proverbios 16:2 el rey Salomón afirma: “Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los espíritus.” Somos totalmente incapaces de juzgarnos objetivamente. Siempre, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, nos sentimos mejores que los demás. Por eso es sabio dejar de pedir justicia y empezar a clamar por misericordia. Jesús dijo en Mateo 7:1-2 “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.” ¿Puede ser Dios más justo? Te juzgará o perdonará dependiendo de si juzgaste o perdonaste. ¿No es maravilloso? En el momento de tu juicio, Él buscará tu propia medida, de modo que nadie podrá alegar injusticia. Yo no sé qué piensas tú pero yo quiero, necesito, anhelo misericordia. Sin ella, el veredicto es simple: Culpable. Padre, ayúdame a ver a cada ser humano, como Tú lo ves, creado a Tu imagen y semejanza… Gracias Espíritu Santo porque Tu “misericordia triunfa sobre el juicio…”

“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.” Romanos 2:1

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