¿A quién le crees?
Si te vas de excursión a un bosque exótico, en un lugar lejano y desconocido, y el líder del grupo te dice que no vayas ni siquiera a oler una determinada fruta, muy parecida a una cereza, pero azul, porque es tan venenosa qué con tan solo rozar tus labios, te intoxicará y te causará la muerte, estoy seguro de que evitarás tocarla, aunque tengas mucha hambre.
Pero, ¿qué harías si alguien te contara luego que el líder las quiere solo para sí, porque es muy escasa, y tiene poderes rejuvenecedores y vigorizantes que causan profunda felicidad? Tu decisión dependerá de a quién le creas más…
El éxito de satanás ha sido hacernos creer que el pecado, que nos mata, es rejuvenecedor, vigorizante y causa felicidad. El Padre, por su parte, odia al pecado como cualquier padre odia al cáncer que lentamente destruye a su hijo. No odia al hijo, odia la enfermedad que lo hace padecer.
Cuando finalmente despiertas intoxicado y te percatas de tu error, el mentiroso, en su astucia, te ofrecerá un antídoto falso que tampoco te salvará: la religión.
Afortunadamente el Padre ya proveyó la cura verdadera: Su Hijo. Y ahora que conoces esto, la decisión es tuya, ¿a quién le creerás más?
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16