Valiente para obedecer
“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.” Josué 1:7
Dios le está hablando a Josué, el sucesor de Moisés, quien guiaría a un pueblo de ex-esclavos a recibir la mayor transferencia de bienes raíces de la historia. Ellos habían vagado por el desierto durante cuarenta años, debido a su falta de fe en Dios, y fue necesario esperar toda una generación para reprogramarles su mente a la libertad. Finalmente, Dios les entregaba un territorio amplio en el que “fluye leche y miel,” con abundante agua y tierras tan fértiles que, para transportar un racimo de uvas, fue necesario colgarlo en un palo y llevarlo entre dos hombres (Números 13:23). Pero, así tan formidable como era el bien que les esperaba, así era el reto mismo, ¿por qué? Porque la Tierra Prometida estaba plagada de enemigos, incluyendo tribus de gigantes, si, gigantes… Pero lo que más me maravilla es que, ante tan difíciles batallas, Dios solo les instruye a obedecer.
Es necesario tener mucho coraje para obedecer a Dios en la dificultad. Si estás pasando por un reto grande, significa que te estás moviendo; si hay sufrimiento es porque gozo se está sembrando. La escasez anuncia que la provisión viene. Dios te da Sus promesas, pero eres tú quien debe pelear la batalla. Solo tú puedes confrontar a tus gigantes. ¿Cómo? Tomado de Su mano; no con estrategias humanas sino con Su Santo Espíritu; no aliándote sino obedeciendo Su voluntad; no con artimañas sino caminando en Sus principios. ¿Quieres una buena y larga vida? Honra a tus padres (Éxodo 20:12). ¿Quieres provisión financiera? “Dad y se os dará” abundantemente (Lucas 6:8). ¿Quieres salvar tu matrimonio? Que el esposo ame a su mujer como a sí mismo y que la esposa respete (honre) a su marido (Efesios 5:33). Dios no le dio éxito a Josué con astucia militar sino de maneras inesperadas, como cuando con gritos y trompetas, se desplomaron los gigantescos muros de Jericó. Él tuvo el coraje de obedecer lo que Dios ordena en medio de gran dificultad y aun cuando sus instintos le animaban en dirección diferente. Confió más en Dios que en sí mismo. Se mantuvo fiel. Por eso Dios ni siquiera le puso límites:
“Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie” Josué 1:3