No seas abatido ni turbado

“¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.” Salmos 42:5, 42:11; 43:5

David hace uso de una figura poderosa: desde su espíritu les habla a sus emociones; desde lo eterno comanda sus sentimientos con una excelente conciencia de sí mismo. En medio de múltiples pruebas, persecuciones, tribulaciones, observa su alma para comparar si lo que siente es cónsono con la Palabra y, si no lo es, le ordena a su alma que se adapte a la verdad de Dios. Pablo por su parte, nos instruye a llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5b) porque nuestra mente debe sujetarse a la Palabra y no al revés. Ambos dominaban sus pensamientos; los dirigían en vez de ser dirigidos por ellos. ¿Puedes, en medio de los retos, obedecer a Dios en vez de a tus instintos que procuran una solución para proteger tu pellejo? ¿Podrías seguir la orden de Dios a Josué que podríamos parafrasear como: “esfuérzate y sé valiente (en la prueba) para hacer lo que Dios manda en Su Palabra y no lo que tu astucia crea conveniente”?

Es interesante que mientras más creemos en Dios, menos se turba nuestra alma. El temor y la fe en Dios son fuerzas opuestas y no pueden cohabitar. Y ¿cómo hacemos para que la dirección del espíritu prevalezca sobre nuestra emocional alma? David también nos revela dos secretos: “Espera en Dios porque aún he de alabarle…” Esperar en Dios significa ser pacientes, confiados en que Él hará lo que corresponda, a Su tiempo. No desesperarnos ni apresurarnos. Alabarle quiere decir adorarle. Jesús nos enseña a adorar al Padre en “espíritu y en verdad” (Juan 4:23-24) y Pablo nos revela que “…el que se une al Señor, un espíritu es con él.” (1 Corintios 6:17). Cuando alabamos a Dios de corazón, nuestro espíritu se une al Suyo, y recibimos la paz y fortaleza que el alma, llena de altibajos emocionales y distorsiones, no nos puede dar. Allí se activa la fe. ¿Quieres vivir tomado de la mano de Dios? (Fíjate que no te pregunto si quieres lograr tus metas sino si quieres estar día a día anclado en Él). Si es así, espera en Él mientras lo adoras. Lee Su Palabra porque allí Él se describe y, mientras más lo conozcas, más feliz serás. El problema no es la prueba, es lo que tú decides creer en medio de ella. Jesús lo resume magistralmente:

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1

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