¿Mora o no Su Palabra en tí?
“También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.” Jesús en Juan 5:37-38
La primera vez que pisé territorio europeo fue por motivos de trabajo; sin embargo, me las arreglé para aprovechar la oportunidad y conocer Paris y otras ciudades. Recuerdo haber visitado el museo de Louvre y sentirme impactado por poder ver frente a mí las obras que muchos años antes había estudiado en mis libros escolares, entre ellos el Código de Hamurabi y por supuesto, la Gioconda o Mona Lisa. Y es que una cosa es leer o estudiar acerca de un lugar y otra, muy diferente, visitarlo y caminarlo; olerlo, respirarlo; escucharlo, experimentarlo. Algo parecido pasa con Dios. Una cosa es tener pensamientos religiosos, ir al servicio y procurar una moral aceptable, y otra, muy diferente, es conocer íntimamente al Espíritu Santo de Dios. Hablarle y escucharlo. Sentirlo abrazarte, consolarte, guiarte y sostenerte, alertarte y restaurarte, sanarte y proveerte. Dios está vivo y quiere hacer Su morada en ti. Quiere acompañarte cada día, y que estés en profunda y total comunión con Su Espíritu Santo.
Acá el Maestro le está hablando a una audiencia que conoce bien las Escrituras, algunos de ellos probablemente de memoria. Sin embargo, eso no impresiona a Jesús. ¿Por qué? Porque ellos no creían en Aquel a quien el Padre había enviado: Jesús, el Mesías. Por eso Jesús les declara que la palabra teórica y memorizada, de la que tanto se jactan, no mora en ellos. Les reprende su fe superficial y basada en tradiciones y costumbres, y no en la Palabra. Tú y yo necesitamos esa Palabra, que es el mismísimo Jesús morando en nosotros. Él es el Verbo que se hizo carne y habitó en nosotros (Juan 1:14). Jesús es tan real que Él es Su Palabra y Su Palabra es Él. Lo que dice eso hace, eso es. Él es fiel a Sus promesas y aunque sientas lo que sientas, “pasarán los cielos y la tierra pero Su Palabra no pasará.” (Mateo 245:35), Hay una perfecta coherencia entre lo que Jesús es y quien dice ser. Por eso es tan importante estudiar las Escrituras porque cada vez que lo hacemos, develamos un pedacito más de Dios. Cada revelación nos acerca más al Señor de señores. Busca al Espíritu, no a la carne…
“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” Juan 6:63