¿Zarandeados para que? – parte 2

“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.” Lucas 22:31-32

En la anterior entrega vimos que Jesús no le impidió a satanás zarandear a Simón Pedro. Sabemos que el trigo se zarandea (sacude) para que la paja (lo inútil) sea separado del grano; para que lo irrelevante sea separado de lo significante; para que discernamos lo eterno de lo temporal, lo celestial de lo terrenal. Pero ¿por qué Jesús le dio permiso al enemigo? ¿Acaso no amaba Jesús a Sus discípulos como para defenderlos? Por eso mismo lo hizo, porque lo amaba. Simón tenía un propósito muy grande, al igual que tú, y Jesús no renunciaría a él ni renunciará a ti. Tú podrás renunciar, pero Él no. Tú tienes fortalezas que Dios quiere usar, pero primero necesita “podarte” de paradigmas que obstaculizan el logro de tu misión. Pedro se sobreestimaba, llegando en una oportunidad a querer aconsejar al Maestro (Mateo 16:22-23) además de portar a escondidas una espada (Juan 18:10). Era osado, fiel y obediente, pero necesitaba mansedumbre y aprender a no juzgar. No hay mejor medicina para estos males que un rotundo fracaso…

Me encanta ver que Dios rogó por Pedro. ¿Sabías que aún hoy el Señor Jesús intercede por nosotros (Romanos 8:36)? Y su oración no fue: “oro que no temas Simón” ni “espero que tu moral se mantenga intachable,” sino “que tu fe no falte.” ¿Que crees que satanás quiere de ti? El más preciado tesoro que vive en ti se llama fe, porque sin ella es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6) y con ella, todo te es posible (Marcos 9:23). Aunque parezca que lo que busca es destruir nuestro matrimonio y familia, nuestras finanzas o salud, esos son solo medios para desestabilizarte, preocuparte, desalentarte y, por ende, robarte tu fe. Lo único que el enemigo anhela desesperadamente es que pierdas tu fe; que reniegues de Dios, que digas “no hay Dios.” Así lucifer puede restregarle a Jesús: “Ves, Tu sacrificio, al menos con esta persona, fue en vano. Me creen más a mí que a Ti.” Si tu vida parece desplomarse y como que lo estás perdiendo todo, ten ánimo: no pierdas tu fe. Llora, grita, golpea la almohada, grítale al Padre, clámale, pero ¡que nada ni nadie te robe tu fe! Por esto muchas veces mi oración es: Padre, que mi alma no impida que Tú operes en mí ni a través de mí.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: