Quizás tú eres la respuesta a tus oraciones – P2
“Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom; el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.” Jueces 6:24
En el momento en que la punta del báculo del Ángel de Jehová tocó los alimentos de la ofrenda sobre la piedra, subió fuego de la peña y no solo desapareció la ofrenda sino también Jesucristo mismo, a quien frecuentemente se le llama el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento. Gedeón ahora confirma lo que presentía. Era Dios quien le hablaba. En ese momento todo lo sucedido tomó sentido y se hizo real. Él, Gedeón, era la respuesta a sus propias oraciones. Sin embargo, la reacción inmediata de Gedeón no fue ir a contarle al pueblo lo que pasó ni alardear con sus amigos sobre quién era el nuevo Gedeón ahora. No. Su reacción fue de humildad: construirle un altar al Señor. Un altar es un lugar de adoración. Es la manifestación física de algo que ocurrió en lo espiritual. Un símbolo espontáneo de nuestra pequeñez extasiada delante de Su grandeza. Los altares nacen donde lo espiritual y lo natural se conectan. Donde hubo una revelación, allí, en ese lugar, que bien puede ser nuestro corazón, nace un lazo, un canal de comunicación, una conexión. Gedeón, al construir el altar quiere dejar memoria de algo maravilloso que ocurrió allí. Me impacta que, en ese momento de comunión con el Altísimo, al adorar en el altar, le llama “Jehová Shalom”, que significa Dios de paz o Dios es paz.
¿Por qué? ¿terminó Dios con la guerra en ese momento? ¿Acaso habían huido los enemigos de Israel? La situación en lo natural no había cambiado. La amenaza del multitudinario enemigo permanecía intacta, a los ojos de los hombres, pero Gedeón había tenido una revelación. Gedeón captó un destello de la mente de Dios. El problema no había desaparecido, pero parece que la angustia de Gedeón sí. No entendía cómo, pero sabía que Dios haría algo grande y los liberaría. El Espíritu Santo le dio paz. La paz Shalom implica algo mucho más profundo que la tranquilidad o ausencia de peligro. Es la absoluta certeza de que todo está bien y bajo el control del Altísimo. Tú y yo necesitamos conocer a Dios de esa manera íntima. Ese es el anhelo de Su corazón. Solo bajo una revelación podemos volver al plan original y convertirnos en aquello para lo que fuimos creados. Solo adorando llegaremos a vernos cómo realmente somos…
“Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró…” Jueces 7:15b