La obra de Dios
“Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” Juan 6: 28-29
Cuando pensamos en hacer la “obra” de Dios, generalmente asumimos ayudar a los pobres, huérfanos y viudas, dar ayuda económica a las iglesias, en fin, hacer actos de caridad. En otros casos consideramos el darle tiempo al prójimo, compartiéndoles nuestros conocimientos, como por ejemplo enseñando a personas a leer u orientándoles sobre como iniciar sus propios negocios. Sin embargo, vemos que Jesús, quien es Dios, tiene una definición muy diferente de lo que es hacer Su obra: “que creáis en el que Él (Dios) ha enviado (Jesucristo).” Aunque el paradigma de igualar la obra de Dios con hacer el bien es muy común a las religiones (el mismo Jesús dijo “más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35b)), son dos cosas muy diferentes. ¿Cómo puedo yo continuar la obra que alguien inició si no le creo? ¿Cómo puedo seguir a quien no conozco? Ahora bien, ¿estoy diciendo que es malo hacer el bien? Por supuesto que no, pero si me limito a hacer lo que me parece, según mi entendimiento, satisfacción y punto de vista, entonces estoy haciendo mi obra, no la de Dios.
Unos mil ochocientos años antes, el Patriarca Abraham “…creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.” (Génesis 15:6). Es decir, fue considerado justo delante de Dios y sus errores fueron perdonados. Sin embargo, no sabemos si Abraham era caritativo o si ayudaba a las viudas y pobres. Probablemente sí, pero el texto no lo resalta. ¿Cuál fue entonces la virtud de este gran hombre? Creer. Por eso Pablo dice que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6a). Tu puedes tener una buena moral y hacer mucho bien a la gente, pero si no le crees a Dios en medio de tus dificultades, no Le agradas. Él quiere primero que Le creas y, para creerle, necesitas desarrollar una relación con Él. Esto empieza por entregarle tu propia vida a Jesucristo para que Él more en ti (Juan 14:17) y puedas recibir el agua viva de Su Espíritu, la vida eterna. Solo después de esto viene el deseo de hacer Su obra porque Dios, ahora reconciliado contigo a través de Jesús, pone en tu corazón hacerla. ¿Quieres hacer Su obra? ¡Empieza por creerle!
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16