Hay Navidad, hay esperanza

“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” Lucas 2:10-11

Cuando el ángel se le presenta a los pastores, lo primero que les dice es que no teman. Lo mismo ocurrió unos quince meses antes cuando el ángel Gabriel le anunció a Zacarías el nacimiento de Juan (Lucas 1:3), y cuando le anunciaba a María que ella daría a luz al Salvador del mundo (Lucas 1:30-31), unos nueve meses antes. La súbita apertura de una puerta al mundo celestial, aunque sea por pocos segundos, nos impacta, pero deja luego una impresión imborrable. Cada vez que Gabriel aparece en la Biblia es con el fin de anunciar lo que vendrá; sin embargo, este “ángel del Señor” viene a compartir algo que acaba de ocurrir: “os ha nacido hoy…” Es decir que Jesús nació para nosotros. Por eso estaba profetizado que se llamara Emanuel, “Dios con nosotros.” (Isaías 7:14; 8:8, Mateo 1:23).

La Natividad del Mesías representa el renacimiento de la esperanza. El Dios del que nos habíamos separado, nos da las llaves de Su Reino: Jesucristo. Es el precio que el Cielo paga para salvar a todos los que Le creen. Nos dice que la restauración de la humanidad es posible. Que tus errores pueden ser corregidos, tus pecados lavados, y tu destino, junto al de tu descendencia, cambiado. No importa cuántos errores hayas cometido ni qué tan bajo has caído, aún hoy hay tiempo para corregir el rumbo de tu vida. Hay esperanza. Dios desciende para darte vida a través del sacrificio de Su carne y el derramamiento de Su sangre. Él es la puerta estrecha y el camino angosto que lleva a la vida (Mateo 7:14). De hecho, Él es ambos: abrió las puertas de los Cielos y entra primero, mostrando el Camino con el fin de que lo sigamos, mientras sigue a la puerta llamando a los que aún no entran por Él. Dios te llama y te anhela. El Creador del universo quiere una íntima amistad con el único ser que creó para Sí mismo, para Su gloria, a Su imagen y semejanza: el ser humano. Él es Emanuel, Dios con nosotros. Él nos fue nacido, nos fue dado. ¡Recíbelo ahora!

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Isaías 9:6, siglo VII A.C.

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