¿Sabías que Dios constantemente piensa en ti? A veces creemos que Él está con nosotros solamente cuando todo va bien. Cuando todo parece brillar, sentimos que Dios nos ama. Mientras todo salga de acuerdo a nuestros proyectos, expectativas y deseos, nos sentimos bienaventurados y bendecidos. Pero, ¿qué pasa cuando las cosas se complican? ¿Qué hace Dios cuando nuestros anhelos se dificultan y vemos exactamente lo contrario de lo que estamos esperando? ¿Dónde está Dios cuando queremos con todo nuestro ser ir al norte mientras observamos que todo nos arrastra hacia el sur? ¿Será que Dios se olvidó de nosotros? ¿Será que una evidencia de la presencia de Dios en nuestras vidas es la constante abundancia, paz y éxito? Jesucristo dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33b). Él jamás prometió ausencia de problemas, sin embargo, si prometió estar con nosotros en medio de las pruebas, si realmente creemos en Él…

Vemos que David entiende un principio que es un tesoro: Dios está siempre atento a Sus escogidos. Su fidelidad es constante, nunca fluctuante. Su atención es completa, nunca parcial. Él está contigo cuando todo sale según lo esperas, y cuando todo sale al revés; cuando la vida se siente como una caminata de bajada y con brisa, y también cuando está cuesta arriba, con vientos en contra. Su amor no es condicional. Su gracia no depende de las circunstancias. Su favor no es opcional. Aprendamos que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13:8). No varía. En Él “no hay mudanza ni sombra de variación.” (Santiago 1:17). Su amor es tan grande que murió para llevar sobre Sí todas tus deudas. Si Jesús tomó tu lugar para darte vida, ¿crees que ahora estás a la deriva y que tu propósito depende de ti? ¡Jamás! Dios no se ha apartado ni se ha olvidado de Sus hijos. Quizás en medio de la desesperación, el ruido de tu mente no te permite oírlo, pero detente un instante, respira profundo, levanta tu alma a Él, y sabrás que está allí, obrando detrás del escenario, y que nunca te ha abandonado. Hoy, en medio de tus actividades, ten la certeza de que Él está contigo y te acompaña. Dale espacio, está atento a Su voz. Toma pausas para escucharlo. Déjalo guiar. Nadie desea tu bienestar más que Él: