No mires el obstáculo
“Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.” Juan 5:7
Jesús hablaba con un hombre que llevaba 38 años al borde del estanque de Betesda, esperando un milagro de sanidad. La pregunta de Jesús fue muy clara y casi absurda: “¿quieres ser sano?” ¿No se supone que alguien después de 38 años viviendo paralítico, inmóvil y dependiente de otros, quiera ser sanado? ¿Es “no quiero ser sano” una posible respuesta? Sin embargo, al igual que muchas veces tú y yo, en medio de la oportunidad de ser liberados, restaurados o prosperados, este hombre no se enfocó en la solución sino en el problema, en el obstáculo. No le responde que sí desea ser sano sino le explica detalladamente la razón por la cual no puede serlo. Su atención esta dirigida al problema, no a Aquel que lo puede solucionar. He hablado con personas así, que parecen tener una rotunda y estudiada respuesta negativa para cada potencial solución que se les propone. Por eso es tan importante renovar nuestra mente (Romanos 12:2; Efesios 4:23). Si estás en medio de una crisis, de una dificultad, de un gran reto o cambio, enfocarte en el problema solo te encierra más en él. Meditar sobre lo que crees imposible solo fortalece las cadenas, genera frustración, miedo y excusas, nunca soluciones. Una excusa es la justificación de una mentira. Es racionalizar lo que no conviene. Una excusa es tu peor enemigo y si no la destruyes, te va a causar dolor…
Pero Jesús ve nuestras dificultades de una manera diferente. No como peligros sino como opciones. Él no conoce la derrota ni el miedo, no duda por incertidumbre. Es victorioso y pelea tus batallas. La próxima vez que te encuentres en una encrucijada; cuando te sientas acosado y sin salida, justo allí cuando tu mente empieza a engrandecer la situación y a darle “superpoderes,” exaltando a la adversidad y al enemigo, acuérdate de que solo Uno es fuerte. Dios te ama tanto que murió para darte vida abundante. Él no tiene una sino muchas soluciones para tu caso. Su pensamiento es más amplio y profundo. Por eso no sanaba a dos de la misma manera, para demostrarnos Su multiforme gracia. Él abre manantiales en el desierto y forma ríos en los sequedales. Donde tú ves una pared, Jesús ve múltiples puertas; donde tú ves obstrucción, Él ve escalones. Él ilumina toda oscuridad. Es invencible. Por eso, a pesar de que el cuerpo del paralítico parecía inmóvil:
“Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo…” Juan 5:8-9a
Amén!!!!
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