Obediencia por amor

“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” Jesús en Juan 15:14

¿Te imaginas ser amigo íntimo y confidente del rey o presidente de una nación? Te llamaría directamente cuando necesitase del consejo de un buen amigo. Conocerías información confidencial sobre decisiones importantes e impactantes, que aún no se han comunicado. Podrías incluso ir a los cumpleaños y cenas de la familia real; sin embargo, él o ella seguirá reinando o presidiendo, no tú. El que tengas en él una amiga o amigo cercano, lejos de permitirte desobedecer o abusar de esa amistad (buscando tu beneficio personal), te obliga más bien a serle fiel, a serle leal y honesto, a amarle e incluso a defenderle. Esta cita nos revela algo impresionante del corazón de Jesús: Él quiere amistad contigo y conmigo. Por eso nos creó, para Su gloria. Desde el jardín de Edén vemos como le gustaba presentarse a conversar con Adán y Eva; luego vemos a Jesús que, después de resucitado, en Su momento de gloria, se les presenta a los discípulos con un desayuno a la orilla del mar: un pequeño fuego, un pez sobre las brasas (Juan 21:9), quizás pancito casero, unas pasas, aceitunas… ¡Uhm, ya me dio hambre!

Pero esa amistad a la que Él, con humildad inimaginable, nos invita, no puede existir sin obediencia. Puede ser tu amigo, pero sigue siendo Rey. Puede ser humilde pero no deja de ser Dios. Mientras más entendemos el amor de Dios, más lo amamos de vuelta, y mientras más comprendemos que solo quiere lo mejor para nosotros, más le obedecemos. La obediencia es la llave de las bendiciones celestiales. La obediencia es el secreto de la vida sobrenatural y con propósito. La obediencia a Dios y a Su Palabra es un puente de dos vías: de nosotros hacia Él fluye la fe y esta es se refleja como evidencia de que somos Sus seguidores. Y de Él a nosotros pasa algo incomprensible: Dios se muda a vivir en nosotros. Por eso Jesús dice: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (verso 23). La manera de amarlo a es guardando (meditando, amando y atesorando) Su Palabra. La respuesta de Él a ese amor es que construye Su santa morada en ti. Te convierte en nueva criatura, en templo de Su Santo Espíritu; en Su hijo y amigo. Por eso personas que por años han sufrido ansiedad, depresión y opresión y otros tormentos, son sanadas en un instante por un toque de Jesús. Por eso Pedro, un simple pescador iletrado, luego de ser lleno del Espíritu Santo predicó la Palabra y tres mil se convirtieron y bautizaron. ¡Obedece!

“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” Jesús en Juan 15:14

1 comentario
  1. Ana Isabel dijo:

    Amén!!!🙏

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