No te dejes decepcionar
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.” 2 Timoteo 4:16
Un diccionario define decepción como: “Pesar causado por un desengaño.” Es muy doloroso percatarnos de que hemos sido engañados: un aparente amigo te da la espalda, tu pareja te es infiel, tu jefe bloquea tu carrera por envidia, te sacan del equipo sin razón… Pasa todos los días. Acá Pablo le informa a su discípulo Timoteo que, en medio de una defensa legal (donde la vida de Pablo estaba amenazada), nadie estuvo a su lado. Sus amigos y seguidores más cercanos le dieron la espalda. Pero Pablo no habla lleno de ira diciendo: “Timoteo, ¿puedes creerlo? ¡Todo lo que he hecho por ellos! ¡Les prediqué, los traje a los pies de Cristo y es así como me pagan! ¡Que Dios les pague por su maldad!” No. De hecho, hace lo contrario. Una oración para que “no les sea tomado en cuenta.” Pablo conocía la naturaleza humana y que, bajo ciertas circunstancias como la escasez y el miedo, algunos se vuelven insensibles, viles y hasta crueles. Aunque le haya dolido el corazón, no permite que su naturaleza sea cambiada. Él es benigno, dador, generoso, por lo que no permite que la bajeza de algunos se la cambie. Por eso nos instruye en Romanos 12:21 “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.”
Pablo sabe que su confianza absoluta no puede estar en un ser humano por muy buena persona que sea. Tiene muchos discípulos y seguidores a quienes ama y que lo aman, pero a la hora de la dificultad, a la hora de la crisis, a la hora de la verdad, solo hay Uno que es completamente fiel y que nunca te fallará: Jesucristo. No sé quien te haya dado la espalda recientemente. Quizás estás en profundo duelo por una traición, por un desengaño. Deja que afloren la rabia y la tristeza, permítete ser humano y llora todas tus lágrimas, pero no vayas a murmurar, a decirle al mundo en qué te fallaron. Las personas tienen sus propios problemas, temores y carencias, y actúan a veces desde sus heridas. No siempre se trata de ti. Pídele a Dios que “no les sea tomado en cuenta.” Tu puedes refugiarte en Jesús. ¡Qué privilegio! ¡Qué mejor lugar! El Maestro entiende tu dolor y sabe de qué hablas (¿recuerdas a Judas?). Yo te aseguro que, en esta prueba, Jesús está a tu lado y si confías Él va a usar esta dificultad para promoverte. Por eso el apóstol continúa:
“Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.” 2 Timoteo 4:17