Viviendo en mis alturas
“Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar.” Habacuc 3:19
Fuimos diseñados para gloria, no para miseria. Nuestra mente fue creada para lo grande, no lo pequeño. Nuestro corazón es inspirado por lo noble, no lo vil. Dios nos adopta como hijos, no peones. Él quiere que seamos libres, no esclavos. Somos Su más amada creación hecha a Su imagen y semejanza… Pero el mundo procura distorsionar este enfoque. No pudiendo negar la magnificencia de la creación, te dirá que el universo se creó solo. No pudiendo ocultar la grandeza del hombre, te dirá que algunos lo han logrado, pero tú no. Sin embargo, vemos al profeta comparar sus pies con los de las ciervas que trepan por las montañas rocosas del medio oriente. Habacuc vive en “sus alturas,” por encima de las bajezas y problemas que acosan a otros. Pablo lo dice así: “…Buscad las cosas de arriba…” ¿Dónde se queda tu atención mientras tu mente divaga? ¿En lo pequeño o en lo grande? ¿En lo sublime o en lo banal? Cuando observas a tu familia, ¿qué fluye? ¿Crítica o ternura; indiferencia o amor? ¿En qué entretienes tu mente? Jesús dijo: “donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:21).
En su libro “La Búsqueda,” Alfonso Lara Castilla narra la historia de un águila que creció en un gallinero y, por lo tanto, fue educado como gallina. Aunque con alma de cazador, se limitaba a picotear la tierra; aunque peligroso depredador, comía de lo que le servían; aunque hecho para las rocosas alturas nubladas, dormía en un palo, a 30 centímetros del suelo… Tú y yo no somos muy diferentes. Diseñados para amar, aprendimos desde chicos a desconfiar. Hechos para inspirar y dar, pero criados desalentados para pedir. Con naturaleza servicial, pero deseando ser servidos. Proveedores convertidos en mendigos. Tu noble corazón atacado desde el vientre de tu madre. Allí la duda sustituyó la confianza, la mentira a la verdad, la malicia a la benignidad. En un mundo pequeño, los pensamientos se atrofian y el destino también, pero hoy, aunque duelan por la falta de uso, extiendes tus alas y levantas tu cabeza. Hoy eliges deshacerte de la miseria, la ofensa, los chismes y la queja. Hoy el Señor, quien es tu fortaleza, hace tus pies como de cierva para que habites en tus alturas y solo lo verdadero en ti, lo genuino, el propósito y grandeza que Dios depositó en tu ser, salen a la luz y comienzas a brillar. ¡Revístete!
“y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Efesios 4:24 6
Así es!!!👌🙌
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