¿Quieres alegrar a Jehová?
“El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; Mas la oración de los rectos es su gozo.” Proverbios 15:8
A lo largo de la Biblia vemos que el recto, el justo, el santo, no es la persona perfecta, el que siempre mantiene una moral intachable ni aquel que nunca pierde su compostura. Mucho menos el monje que vive aislado del mundo, aquel que hace millonarias obras de caridad o el que vive en celibato. “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23b), a pesar de que Abraham tenía esposa, hijos, servidores, fama y riquezas. La promesa es solo una y permanece hasta hoy: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31), porque “el justo por la fe vivirá” (Habacuc 2:4; Romanos 1:17; Gálatas 3:11). En otras palabras, nadie es justificado por sus obras ni esfuerzos. La salvación viene por creer en Jesucristo y es un regalo, no algo merecido. Se llama gracia: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Muchos dicen querer hacer la obra de Dios, pero ¿cómo puedo hacer la obra de alguien a quien no conozco? Jesús fue directo: “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Juan 6:29b).
Santo significa apartado, sellado, escogido. Si has creído de todo corazón en Jesucristo, Él te hace justo, santo, recto ante Él, y entonces tu oración es Su gozo. ¿Alguna vez pensaste que al orar alegrabas a Dios? Orar es hablar y escuchar, conversar. Cuando piensas en Dios, cuando Le hablas, cuando Lo buscas en Su Palabra y aguardas Su guía, Él se pone gozoso, se alegra. Tú tienes la capacidad de darle gozo a Dios porque eres Su hijo amado, Su hija amada. Le encanta pasar tiempo con Sus hijos. Para eso creo a Adán y a Eva y los puso en el Jardín, adonde los visitaba frecuentemente. Por eso se mandó a hacer Su Arca en el desierto, para que Su Presencia acompañara a Israel. Dios te ama desproporcionadamente, ilógicamente. Su amor es inexplicable, incontenible e indestructible. Piensa en eso cuando ores. Acércate confiado al “trono de Su Gracia” porque Él te ama y es tuyo, por eso oramos “Padre nuestro.” Fue por ese deseo de estar contigo que Jesús se encarnó. Él se iba de picnic con Sus apóstoles, cocinándoles pescado frito a la orilla del mar. ¿Saben lo que hizo luego de resucitar? Ofrecerles desayuno…
“Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.” Juan 21:9