Perdonando para avanzar
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;” Mateo 6:14
Las agresiones por temas raciales, religiosos, políticos y de orientación sexual, entre otros, han alcanzado un volumen que no habíamos conocido. Es normal ver a presidentes y dignatarios ofender abiertamente a aquellos cuyo único pecado es no estar de acuerdo con ellos. Las redes sociales son el ring para sangrientos combates entre personajes públicos. Nuestro orgullo se ha hipertrofiado al punto de ofender solo para llamar la atención. Las noticias no traen hechos sino opiniones. Agredir es un deporte con muchos fanáticos. Insultar y amenazar se han vuelto símbolos de autoconfianza cuando en realidad lo son de gran debilidad. El dominio propio y la mansedumbre, grandes virtudes exaltadas en la Biblia, se consideran rasgos de “perdedores,” y esto ha permeado a las familias y a la iglesia. Vemos casas divididas por esposos y hermanos que no se hablan, llenos de resentimiento. YouTube está plagado de pseudo pastores que, en vez de predicar el Evangelio, se dedican a “advertirnos” de otros predicadores a quienes llaman falsos profetas. ¡Qué manera de contristar el corazón del Padre!
Pero Jesús nos llama a ti y a mi a ser diferentes. Nos ordena ser luz en las tinieblas. Pablo apela a nuestro carácter: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” (Romanos 12:21). Somos agentes de cambio y ese cambio, para ser genuino, tiene que empezar con Cristo en el corazón. No importa si ayunas a diario, pasas oras de rodillas y te sabes la Biblia de memoria, el cambio solo comienza cuando Cristo se hace real en tu corazón. Es necesario que Él señoree en tu alma y eso incluye tus sentimientos. No sé cuan grande fue el maltrato que sufriste. Desconozco el tamaño del abuso y cuanto confiabas en quien te lo propinó. Fue injusto que te abandonaran, seguramente no merecías esa traición. Sé que las heridas duelen y toma tiempo sanarlas, pero es necesario tratarlas o dolerán siempre. No se trata de quien te hirió, se trata de ti. El perdón es la llave para liberar nuestro corazón. No dejes que el resentimiento te paralice. Pídele a Jesús que te sostenga. Pon tus cargas en Él. Entrégale tus sentimientos. Él murió para liberarte. Medita en eso, y pídele que también perdone tus errores. Es tiempo de levantarte para recibir perdón, y de perdonar para poder avanzar…
“¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?” Jesús en Marcos 2:9