No es tarde
“José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.” Marcos 15:43
José de Arimatea era un fariseo miembro del concilio, hombre muy influyente y poderoso que además era discípulo de Jesús a escondidas. Al igual que Nicodemo, quien visitaba de noche para no ser visto (Juan 3:2), José creía en Jesús y estaba convencido de que venía de parte de Dios. En un acto de coraje muy grande osó pedir al mismísimo Pilato el cuerpo de Jesús, una vez que los soldados bajaron Su cuerpo lacerado de la Cruz. Así se cumplió una profecía escrita siete siglos antes: “Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte;…” (Isaías 53:9a). Ahora bien, al poner el cuerpo de Jesús en una tumba de su propiedad, los rumores y las críticas deben haberse extendido como fuego en caminos de pólvora. Las murmuraciones, juicios y quizás amenazas de los demás miembros del Sanedrín no creo que se hayan hecho esperar. Pero José hizo lo que Dios le inspiró a hacer.
Me encanta ver que, aunque José no se atrevió a mostrar su apoyo a Jesús mientras este caminaba sobre la tierra, lo pudo hacer luego. Quizás el ver la agresividad con que el Mesías fue maltratado, avergonzado y humillado le hizo sentir que debía hacer algo, que debía intervenir aunque fuera tarde. ¿Te ha pasado alguna vez que te percatas de algo y lo entiendes cuando ya no hay tiempo de hacer nada? Quizás fue alguien a quien debiste haber defendido o defenderte tú mismo, una situación que rehuiste, una corrección para un hijo, una confrontación que evitaste o un perdón que no pediste, y hoy vives reviviendo una pesadilla de remordimiento que resuena en tu cerebro, haciéndote sentir avergonzada, culpable o incapaz. Y el diablo viene a frustrarte diciéndote: “ya pasó el momento, te lo perdiste, eres un fracaso, un cobarde, una vergüenza, siempre serás una víctima.” Tratará por todos los medios de hacerte sentir culpable y de que mores en el pasado reviviendo esa escena una y otra vez, estancándote, soñando haber reaccionado de manera diferente. Quizás el abuso o la culpa han durado tanto que ya te has acostumbrado, pero como José puedes decir: “hoy le pongo fin a esta situación, hoy trazo una línea donde esto acaba.” Dale espacio a Jesús porque, aunque el duelo sea inmenso y parezca ser ya tarde, Él mismo va a remover la piedra, va a llenar la cueva con Su Luz y te va a resucitar y sacar de esa tumba donde la mentira te ha metido…
“Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella.” Mateo 28:2