Amplia tu escala
“¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo.” Génesis 18:14
Sara se había reído a escondidas al oír al ángel decirle a su marido que ella, en sus noventas y habiendo sido estéril toda la vida, quedaría embarazada. Su menopausia tendría que revertirse y el viejo Abraham, ya de cien años, tendría que volverse fogoso nuevamente. Demasiado fantasioso para ser posible. No por casualidad, cuando todo esto ocurrió tal y como se les había dicho, Dios le dijo a Abraham que llamara al bebé Isaac, que significa risa. Al igual que Sara, tendemos a determinar la posibilidad de que un milagro ocurra según nuestro limitado rango de factibilidad. Oramos que Dios sane una migraña con más confianza que cuando clamamos por la sanidad de un tumor cerebral. Vemos a alguien que sufre de ansiedad como más recuperable que un endemoniado que quiere suicidarse. Creemos que Dios nos puede ayudar a pagar esa deuda que nos tiene atados, pero dudamos que nos pueda prosperar para pagar la costosa universidad de nuestro hijo. Es natural que pensemos así. Nuestra mente guarda una especie de escala oculta que varía dependiendo de nuestra fe. Cuando vemos milagros, la fe se expande y la escala se ensancha.
Pero debemos entender que la escala de Dios es incomprensiblemente mayor a la nuestra. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:9). Es tiempo de ensanchar nuestra escala y entender que a Dios no le cuesta regresar a ese hijo viviendo en profunda inmoralidad más de lo que le costaría animar a otro a hacer deporte; liberar a ese cónyuge adicto a las drogas más que moverlo a comer mejor; sanar un tumor terminal más que un leve dolor de cabeza. A Dios no le cuesta más librarte de la esclavitud de una deuda más que proveerte de un vaso con agua cuando tienes sed. Por todo lo anterior y mucho más murió ya Jesús en la cruz. Para Él no es más difícil atender tu oración por la salvación de tu cuñado que la oración de tu vecino por la salvación de la humanidad. Es tiempo de ensanchar nuestra escala, de expandirla y estirarla. Amplia tu fe. Haz oraciones grandes. Dios te pregunta hoy “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” No. Nada. Él es Omnipotente y no conoce dificultad. Clama a Él y Él te responderá.
“He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” Jeremías 32:27