Lo «bailao»… ¿no te lo quita nadie?

“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Jesús en Marcos 8:36

Hace algunos años viajé a Venezuela con el único fin de acompañar a una persona muy querida en sus últimos días. Ella tuvo una vida de abundancia que le permitió viajar a muchos países. Nunca le faltaron joyas ni trajes elegantes. ¡Que bendición! Sin embargo, en sus momentos finales, no me habló de las siete maravillas del mundo ni de platos exquisitos. Hablamos de Dios, de su familia y de lo único que anhelaba: tiempo para disfrutar a su nietita de un año. Es decir, tiempo para amar. Allí pude constatar lo falso del famoso dicho: “lo bailao no me lo quita nadie.” ¿De veras creemos que al final de nuestros días nos vamos a consolar con el pasado? ¿Se consuela un enfermo pensando que antes estuvo sano, y el hambriento en que comió mucho ayer? No lo creo, a menos que sea de los que se sientan en la barra de un bar a hablar de los “viejos buenos tiempos.» Por mi parte, si Dios me permitiera anticiparme al día de mi muerte, yo estaría interesado en lo que viene, no en lo que queda atrás… Y tú, ¿vives como si ese día nunca te va a llegar?

La pregunta de Jesús es relevante, ¿perderías tu eternidad por ganar este mundo temporal? ¿Así estamos de desesperados? Una semana en la isla de mis sueños y los siguientes 24 meses ahorcado por las cuotas. La felicidad genuina no depende de los bienes ni de los logros. No son malos, pero tenerlos por tenerlos jamás nos saciará. Siempre faltará algo, y nuestro aparente éxito, respaldado por las posesiones que lo confirman, se volverá nuestro dios. Es una trampa y lo sabemos, pero la presión es grande cuando nos reunimos con cierta gente o nos paseamos por las mal llamadas redes sociales. Y en esa búsqueda sin pausa ni brújula, un día nos encontramos escarbando la tierra buscando el sol, pero qué lo material sacie lo espiritual es tan improbable como que el agua nos quite el hambre. Es hora de reenfocarnos, de levantar la mirada. Pablo dice: “Buscad las cosas de arriba” (Colosenses 3:1) y Jesús le dice a la samaritana: “…el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás…” (Juan 4:14). Tu vida es un tesoro, no lo dejes donde te puede ser robado. Dios te dio un propósito y dones. Para eso fuiste creado y solo allí, en ese propósito, serás saciado. Escucha Su exhortación y Su promesa…

“¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.” Isaías 55:2

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