¿Hacia donde miras en ésta crisis?
“!!Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.” 2 Crónicas 20:12
El rey Josafat confrontaba inesperadamente la peor pesadilla de su vida. Tres ejércitos enemigos que formaban una multitud incontable venían contra su gente. No se necesitaba hacer un censo ni inventario de armas para saber que era absolutamente imposible combatir a aquellos despiadados enemigos. Perder significaba que los hombres serían asesinados, las mujeres tomadas, y los jóvenes y niños esclavizados. La situación era desesperante pero el rey, en vez de enfocarse en su ejército e intentar arengar a sus generales, o solicitar una rendición lo menos indigna posible, hizo algo mucho mejor y que cualquier presidente y líder puede hacer hoy contra esta pandemia mundial. Se presentó en el Templo, y ante la asamblea y todo el pueblo, clamó: “Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? … Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.” (Verso 6, 9).
Doy tantas gracias a Dios por cada médico, enfermero y trabajador de la salud; por cada miembro de las cadenas de suministros que aseguran que haya alimentos y bienes necesarios. Su valor y disciplina son una gran bendición. Pero en el mundo espiritual, que precede al natural, la batalla se pelea a través de la oración, la intercesión por otros y la alabanza. Josafat reconoció su incapacidad al decirle a Dios: “no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.” La respuesta de Dios no se hizo esperar a través del profeta Zacarías: “No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” (Verso 15b). Con frecuencia Dios interviene justo allí donde comienza tu imposibilidad. Cuando te humillas reconociendo que nada puedes hacer y levantas tus ojos a Él. Josafat y el pueblo decidieron enfocarse en Dios, y en Su grandeza. El resultado fue contundente e inimaginable:
“Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.” 2 Crónicas 20:22