Si quieres ver un milagro…
“Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.” Juan 11:39
Jesús va a ejecutar uno de sus más impresionantes milagros: resucitar a Lázaro quien ha estado muerto por cuatro largos días. Cuando las hermanas del difunto lo llamaron porque estaba enfermo, Jesús no se encontraba muy lejos; sin embargo, esperó algunos días para atender su ruego y ahora las hermanas, aunque le manifiestan su respeto al Maestro, no pueden dejar de resentirlo: “si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Y Marta asoma una posibilidad casi inimaginable: “Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.” Algunos judíos pensaban que el alma merodeaba cerca del cuerpo durante tres días, de modo que no era descabellado que en algún caso regresara a éste. Por ello Jesús esperó hasta el cuarto día, para dejar claro que solo Él es la resurrección y la vida, y que tiene absoluta potestad sobre toda carne. Ahora bien, ¿pudo María o Marta o alguien haberlo imaginado?: “Tranquilo hermano, muere tranquilo porque Jesús te resucitará.” No lo creo…
Muchas veces me descubro supuestamente orando, pero lo que realmente estoy haciendo es indicarle a Dios exactamente como quiero que solucione mi problema. Muy pocas veces le pido que me fortalezca o entrene durante el proceso porque lo que quiero es librarme de la dificultad, no permanecer en ella. Las hermanas de Lázaro clamaban por la única solución posible para ellas, pero Jesús eligió una opción inconcebible. Dios tiene un entendimiento muy superior al nuestro. Él no es limitado por lo que nos limita a nosotros. En medio de esta pandemia del covid19, muchos hemos clamado y seguiremos clamándole a Dios que detenga la plaga, que cese la mortandad. Nos hemos humillado y pedido perdón, y está muy bien. Sin embargo, no debemos olvidar que Él nos ama inconteniblemente y que es además omnipotente y omnisciente de modo que, si ha permitido que esto ocurra, es porque sacará algo muy bueno de este aparente mal. Él ya conoce el tiempo y la manera en que esto pasará. La pregunta es, ¿estás dispuesto a remover la piedra, la de tu corazón, para que Él pueda entrar a esas zonas que dentro de ti hieden? Solo después de mover la piedra, fueron testigos del mayor de los milagros:
“Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: !!Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.” Juan 11:43-44