Cuando tú vas ya Él viene
“Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.” Lucas 19:5
Los publicanos o cobradores de impuestos conformaban el gremio profesional más odiado en Israel en los tiempos de Jesús. Estos individuos cobraban impuestos en exceso a los judíos y entregaban a Roma solo la parte correspondiente al imperio, por lo que eran considerados traidores que abusaban del pueblo al disponer del poder opresivo de los soldados romanos. Y Zaqueo era uno de ellos. Muy rico como resultado de sus artimañas y muy criticado por la vida inmoral y desenfrenada en la que él y sus amigos se recreaban, seguramente procuraba evitar las multitudes, particularmente las religiosas. Sin embargo, algo en él se desesperaba por ver a ese hombre de Nazaret del que todos hablaban y que ese día estaba de paso por su ciudad. Decidido a contemplarlo, salió, pero era de muy baja estatura y el Rabí era acosado por millares. Su mente ingeniosa lo dirigió a adelantarse al Maestro con una rápida carrera, y a treparse en un frondoso árbol de higuera. Desde allí no solo lo vería claramente y sin obstáculos, sino lo mejor de todo: ni Jesús ni nadie más lo verían a él. Al menos eso creía Zaqueo…
Para su sorpresa, el Mesías no solo lo ubica entre las ramas, sino que lo llama por nombre y se autoinvita a su casa para disfrutar de un improvisado banquete con la escoria del vecindario. Jesús lo tenía planeado. Tan planeado que afirma que es “necesario” que Él pose en la casa de Zaqueo. Este hombre creía estar buscando a Dios, pero era Dios quien lo estaba buscando a Él. Jesús afirma que: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí” (Juan 6:37), y Pablo asegura que: “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Corintios 12:3). De modo que el deseo de buscarlo proviene de Él quien te buscó primero. Tú también le “eres necesario.” ¿Te sientes atraída a Dios y crees que le estás buscando? Él te ha estado buscando primero. ¿Te has sentido ignorado alguna vez o durante muchos años? Jesús te conoce por nombre. ¿Te has sentido rechazado o traicionado? Jesús lo entiende porque también Él lo fue, y quiere además que sepas que no te rechaza. ¿Piensas que has hecho cosas imperdonables y que Él no te recibirá? A Jesús no le molestó posar en la casa de los publicanos. Dios no solamente te recibe, Él está a tu puerta y te llama, con el profundo anhelo de tener comunión contigo.
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Apocalipsis 3:20