Resilientes…

“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” Pablo en Romanos 12:21

En ingeniería, se le llama resiliencia a la propiedad de un material de regresar a su forma original después de sufrir una fuerte presión por un determinado período de tiempo. Si lo llevamos al plano psicológico, podríamos asemejar esta propiedad a la capacidad de una persona o grupo de continuar efectivamente su vida luego de haber sufrido una fuerte adversidad. En mis años como consejero y mentor, he visto muchos casos interesantes donde una persona o familia, luego de pasar por una experiencia traumática como una enfermedad terminal, una traición muy dolorosa, la muerte inesperada de un ser querido o una quiebra financiera abrupta, emergen más fuertes de lo que eran, y me aseguran que la dolorosa experiencia terminó arrojando un balance positivo y transformador. La terrible enfermedad es vencida, la traición superada, un nuevo proyecto supera los beneficios financieros del anterior, etc. Pasa todo el tiempo, solo hay que estar atentos…

En este verso, el apóstol nos reta a ser resilientes de una manera diferente: que superemos al mal, haciendo el bien. ¿Cómo reaccionas después de una traición, una decepción o ante un adversario no buscado? ¿Cómo manejas este tiempo de cuarentena debido al covid19? ¿Cómo te adaptas a los cambios y te reinventas? Al igual que un tubo de pasta de dientes, bajo fuerte presión, lo que sale es lo que tenemos adentro. Es allí donde se ve el material del que estamos hechos. Esta cita me recuerda aquella conocida expresión: “no puedes elegir las circunstancias, pero si como respondes a ellas,” pero es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Cómo elegir ante la traición, la lealtad, ante la mentira, la verdad, y ante la trampa, la integridad? Solo con la ayuda del Espíritu Santo. Yo creo que Pablo nos está advirtiendo que no permitamos que nuestra benignidad se disuelva por la malignidad de alguien más; que nuestro gozo no perezca frente a la amargura de otros; que a nuestra ternura no le salgan callos por las durezas de otros. Seamos resilientes. Sigamos siendo luz y sal. “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” (Gálatas 6:9). Tu corazón es sagrado. No le permitas a la ira, a la falta de perdón o al deseo de vengarte, que lo contaminen. Claro que hay un tiempo de duelo y que no es un proceso fácil, pero de la mano de Dios, tu corazón resiliente no solo recuperará su forma, sino que será más fuerte y sabio…

“¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien?” 1 Pedro 3:13

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