Ensanchándonos en la crisis
“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración.” Salmos 4:1
Hace muchos años subía frecuentemente a una montaña llamada El Ávila, al norte de Caracas. Subía hasta la casa del guardaparque en un área denominada La Julia y, no conforme con subir al máximo de mi fuerza y velocidad, allí hacía mucho ejercicio ya que había barras paralelas, tablas abdominales, pesas y otros equipos. Estaba en excelentes condiciones físicas, pero entrenaba tan fuerte que siempre descendía agobiado, realmente agotado. Un día, luego de un arduo entrenamiento, bajé lentamente admirando el paisaje y, al llegar a mi auto, me percaté de que había olvidado las llaves ¡arriba! Ante el temor de que alguien las tomara (ya que era un lugar público) y me robara mi auto de una manera tan fácil (solo pensarlo me hacía sentir como un tonto), subí tan desesperado y enfocado en llegar pronto, que creo que lo hice más rápido que la primera vez. Eso me enseñó algo que debemos recordar: somos más fuertes de lo que creemos, capaces de ir más allá de lo que pensamos, siempre y cuando tengamos una fuerte motivación. O como lo dice este Salmo: “en angustia, tú me hiciste ensanchar.” Ante la angustia de que me robaran mi carrito, me ensanché e hice más de lo que creía poder…
El covid19 ha alterado drásticamente nuestros planes. Hemos tenido que encerrarnos en casa, usar máscaras y guantes para ir al automercado, pasarnos el día en videoconferencias, cuidar todo el día de los niños. Nuestro tiempo personal se ve invadido. Nos sentimos solitarios por un lado o demasiado acompañados por el otro. Independientemente de la manera como esta circunstancia única nos afecte, lo cierto es que estamos siendo ensanchados. La angustia, el esfuerzo extra y la incomodidad pronto darán paso a personas más fuertes, sabias, agradecidas y pacientes. Descubrirás que eres capaz de cosas que no pensabas que podías hacer. Tu vida espiritual, familiar, matrimonial y laboral se enriquecen sin notarlo. Estamos siendo estirados fuera de nuestro confort. Lo cotidiano ya no existe y extrañamos cosas que dábamos por seguras. El 2020 no es tiempo de aferrarse al pasado ni de sentarse a esperar que las cosas regresen a “como eran.” Nada será igual después de esta experiencia. Démosle gracias a Dios porque podemos ver con nuestros ojos una transformación a nivel mundial. Ya el miedo va pasando y se nos abren los ojos a las grandes oportunidades que este nuevo tiempo nos trae.
“Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.” Salmos 34:4