Golpe a golpe, verso a verso

“Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?” Mat 11:2-3

Juan, mientras bautizaba en el Jordán, vio venir a Jesús de quien dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29b). Al bautizarle vio al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer en Jesús (verso 32) y, como conclusión de la revelación que Dios le dio, Juan afirmó: “Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.” (verso 34). Juan venía con el espíritu de Elías a anunciar al Mesías y con esa convicción, llamó a muchos al arrepentimiento aun antes que Jesús empezara Su ministerio. ¿Cómo pues, ahora, duda si Jesús es el Mesías? ¿Por qué duda Juan de lo que ya sabe? Bueno, por la misma razón por la que tú y yo dudamos muchas veces: las cosas no estaban saliendo como lo esperaba. No tengo idea de lo que pensaba Juan, pero quizás esperaba acompañar a Jesús, servirle, verlo hacer algunos de los milagros y maravillas que ejecutaba a diario, pero en cambio estaba preso en un sótano apestoso, probablemente con grillos y cadenas, en el palacio de Herodes…

Pablo nos enseña que la Escritura es la espada del Espíritu (Efesios 6:17). La Palabra de Dios es la verdad y con ella deshacemos la mentira; es la luz y por ella deshacemos las tinieblas; es poder de Dios y con ella vencemos al enemigo. Por eso, cuando la realidad natural, la que ven tus ojos, te dé un golpe, tú le respondes con un verso de la Biblia. Al estar separados de Dios, sentimos como real aquello que perciben nuestros sentidos, y como falso lo demás, pero es al revés: “las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Co 4:18b). Entonces ¿cómo vences la batalla? Contrastando lo aparente que ves, temporal e ilusorio, con la genuina realidad que no ves, la de la Escritura, que es eterna y verdadera. Para ello necesitas una artillería de versos para usarlos en el nombre de Jesús: ¿Te sientes débil? Declaras “fuerte soy” (Joel 3:10). ¿Se acaban los ingresos? “Jehová es mi Pastor, nada me faltará” (Salmo 23:1). ¿Está alguno enfermo? “Por Sus llagas (de Cristo) fuimos curados” (Isaías 53:5). ¿Tienes miedo e incertidumbre? “…yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo” (Isaías 41:13). No estamos hablando de declarar cosas positivas sino de declarar la Palabra de Dios, la Verdad eterna e indestructible. ¡Pruébalo!

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” Hebreos 4:12a

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