La alabanza: impacto triple
“Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos.” 2 Samuel 22:4
El rey David estaba celebrando porque finalmente descansaba de muchas guerras y de la injusta persecución del rey Saúl y, mientras recordaba, se gozaba, agradecía y exaltaba a Dios. Pero su alabanza parece ser también una reflexión de lo que ocurrió durante todos esos años. Es como si David quisiera plasmar los aprendizajes de ese tiempo de intimidad con Dios, de esa cercanía que solo desarrollamos cuando estamos en aprietos y riesgos, y clamamos a Él. Su conclusión, que me permito parafrasear, me maravilla: “Si invoco a Jehová porque Él se lo merece (es digno de ser alabado) entonces seré salvo (Jehová me salvará) de mis enemigos.” Invocar y alabar a Dios tiene tres efectos: El primero, aprendes a adorarlo por quien Él es. Nuestra adoración a Dios no depende de como nos sentimos ni de nuestras circunstancias. Él “es digno de ser alabado” aun en tu peor momento, ¿por qué? Porque es Dios, porque es Rey, porque te salvó la vida, porque te rescató, porque Él es quien hace que tu corazón palpite y tus pulmones respiren. Tú le perteneces y todo lo bueno en tu vida proviene de Él. La adoración además te enfoca en Dios y expande la manera que miras tu problema hacia la óptica divina.
En segundo lugar, adorar a Dios (particularmente en tiempos difíciles) es un acto de profunda fe. Orar a Dios durante una crisis demuestra que le crees, pero adorarlo significa abandonarte a su misericordia y confiar en su gracia. Aún cuando la raíz del problema haya sido tu equivocación, tu orgullo, tu pecado o lo que sea, cuando te vuelves a Dios y lo exaltas por quien Él es, estás ejerciendo fe, estás reconociendo tu dependencia y te estás enfocando en Él. De este modo ves tus retos cómo los ve el Creador, no según nuestra óptica miope. La adoración a Dios además le agrada y Él siempre honra esa fe. Por último, adorar a Dios es una poderosa arma de guerra espiritual. Es una manera de decirle al enemigo que está vencido, que no le temes porque tu Dios, jehová, es mayor. De modo que, adorar a Dios le envía un claro mensaje a tu alma (Dios tiene la solución), a tu Padre celestial (confío en Ti Señor) y al enemigo (estás vencido por la eternidad). Adora al Rey. Él intervendrá, te abrirá los cielos, y tus enemigos se atacarán entre ellos:
“Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.” 2 Crónicas 20:22
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