No tu aspecto, tu carácter

“Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.” 1 Samuel 16:11

Isaí había hecho desfilar delante del profeta Samuel a siete de sus ocho hijos. ¿La ocasión? El mensajero de Dios venía a ungir a uno de sus hijos como rey. ¿Te imaginas la emoción? Isaí no sabía cuál de ellos sería, pero ¿qué importaba? Uno de sus hijos sería rey y recordado como “hijo de Isaí.” Sin embargo, Dios no elige a ninguno de los concursantes propuestos por su papi. Samuel contrariado le pregunta: “¿Son éstos todos tus hijos?” Isaí, un poco desconcertado porque no concebía que pudiera ser David, le responde: “Queda aún el menor, que apacienta las ovejas.” En otras palabras: “Si tengo otro, pero es jovencito y delgado, un simple pastor. ¿Estás seguro que no es Eliab?” Eliab, el primogénito, era guapo y alto, al punto que el mismo Samuel, al verlo, pensó que sería él. Pero Dios le corrigió inmediatamente: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” (verso 7). Lo que Dios buscaba y busca hoy, tanto en reyes como en ti y en mí, es carácter. En este mundo de apariencia y marketing personal, Dios busca corazones genuinos…

David fue subestimado por su padre. Además, en el siguiente capítulo, cuando David va al campo de batalla a servir a sus hermanos, Eliab lo humilla públicamente y, minutos después, el rey Saúl le dice que no podrá pelear con Goliat porque es inexperto. Pero David no se amilanaba fácilmente y permanecía enfocado. Aunque tan solo cuidara unas pocas ovejas, las defendía con su vida, las amaba y las conocía por su nombre, y practicaba puntería con la honda constantemente, por si acaso… Quizás otros lo subestimaban, pero él no. A Eliab lo ignoró diciendo “no es esto mero hablar,” y se fue; a Saúl lo convenció de que lo dejara pelear con el paladín, peleó y venció; y acá, cuando Samuel lo mandó a llamar, vino y fue ungido “delante de sus hermanos.” Me parece que Dios les estaba diciendo: “Ustedes lo menosprecian, pero yo lo elijo; ustedes ven lo externo, yo veo el corazón.” Y lo mismo puede pasar contigo. Esfuérzate en lo que tienes por delante. Sea pequeña o grande tu tarea, no envidies ni te auto promuevas. Cuando Dios vea que tu corazón está listo, Él mismo te levantará delante de todos.

“y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:6b

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