Cree aunque las circunstancias cambien

“Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?” Lucas 7:18b-19

Este Juan es el bautista, quien vino con el espíritu de Elías a anunciar al Mesías. Él fue quien dijo “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29); quien vio los cielos abrirse y al Espíritu Santo descender, por lo que luego diría “… yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.” (Juan 1:34). Seguramente escuchó la voz que desde el cielo dijo: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:22b). ¿Cómo es que ahora envía a sus discípulos a preguntarle si Él es el Cristo? Lo que pasaba es que las circunstancias habían cambiado. Juan no estaba evangelizando con Jesús ni acompañándolo. Tampoco viendo con sus ojos las maravillas que el Señor hacía sanando ciegos y paralíticos, liberando endemoniados y resucitando muertos. No. Juan estaba preso en la fétida prisión de la fortaleza de Herodes. Las cosas se veían diferentes desde allí, y parecían ir exactamente en la dirección contraria a lo que Juan esperaba…

¿Te ha pasado? Confías en aquello que la Biblia dice acerca de ti y esperas pacientemente; sin embargo, la situación no solo se tarda más de lo que previste, sino que todo comienza a moverse en la dirección opuesta a lo que planeaste. Orabas por ese hijo descarriado, y ahora dejó de llamarte sin que tengas idea de dónde está. Clamaste por sanidad y el dolor empeora. Le crees a Dios por un aumento de salario y ¡te quedas sin trabajo! Lo que ocurre es que Dios no se mueve unidireccionalmente como nosotros. Si estoy en uno y quiero llegar a cuatro, entiendo que debo pasar primero por dos y tres; pero Dios no se mueve así. Él vive en una dimensión superior. A lo mejor ese hijo necesita pasar por una completa separación antes de regresar arrepentido. Quizás ese dolor les clarifique el diagnóstico a los médicos, permitiendo un mejor tratamiento. Es posible que haya un mejor trabajo o negocio para ti que jamás perseguirías mientras tuvieras la seguridad de un empleo. Dios siempre cumple su Palabra. Pasarán los cielos y la tierra, pero no su Palabra. Él está trabajando, pero nos desespera no poder constatarlo. Si pudieras verlo atento a ti, ¿no estarías tranquilo? Por eso, la respuesta de Jesús fue el hacerle saber a Juan lo que ocurría y él no podía ver:

“Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio;” Lucas 7:22b

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