Una Fe Expectante – P3

“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.” Jesús en Lucas 16:10

Nuestros verdaderos valores no varían con nuestras circunstancias, sino que permanecen en cualquier situación. Si eres honesto, lo eres cuando te sobra y también cuando te falta. Si trabajas con excelencia, lo haces cuando tienes un gran título y cuando no tienes ninguno; cuando están con otros, cuando estás sola y cuando sirves como voluntario. Si dices: “seré generoso cuando sea prosperado” o “daré mis diezmos en cuanto salga de deudas”, es muy probable que te estés engañando. Jesús nos enseña en este verso que es en lo pequeño, en lo poco, en lo escaso, donde nuestros valores, principios y atributos se prueban. Y la manera de administrar ese “muy poco”, sea dinero, relaciones, tiempo; sea un trabajo poco reconocido, un ministerio con pocos seguidores o una empresa con un solo cliente, nos muestran a nosotros y a otros (porque Dios ya lo sabe) quienes realmente somos. Y es posible que Dios te bendiga o no según administres esa prueba.

Una manera activa de esperar por tus promesas, por lo que anhelas, por lo que necesitas, es mantener una fe expectante y activa a pesar de que, en este momento, el resultado tangible sea muy pequeño o muy poco comparado con lo que esperas. Quizás Dios te está revelando lo que hay en tu corazón para que sepas que hacer para recibir más. ¿No hacemos así algunos con nuestros hijos? Quizás estás comenzando tu iglesia, y solo una ancianita esté interesada en tus predicaciones, ¿qué haces? ¿Retienes tu disposición a servir hasta que vengan más, hasta que el esfuerzo “valga la pena”? ¿Qué tal si es al revés y solo cuando una sola persona sea suficientemente valioso para ti, Dios enviará más? O imagina que comienzas tu oficina legal y el único cliente que aparece viene porque quiere divorciarse. ¿Actúas rápidamente “antes de que se arrepienta” o intentas persuadirle de que restaure su matrimonio, aunque eso implique que pierdas tu único cliente? ¿Te mueven tus valores o tus necesidades? ¿Actúas por tus convicciones o por lo que te conviene? ¿Tienes ideales o sirves al mejor postor? Si tus respuestas caen en la segunda parte de estas preguntas, es posible que sea tu corazón quien esté limitando la bendición. Y lo mismo sucede con lo ajeno. ¿Cómo tratas la casa arrendada? ¿Cómo te sientes cuando a tu vecino lo promueven o tu cuñada se compra ese nuevo auto? ¿Sientes envidia? ¿Te duele que a otros les vaya bien? Jesús nos da el mismo principio:

“Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?” Lucas 16:12

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: