El súper poder de atar y desatar
“De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.” Mateo 18:18
Jesús está instruyendo a sus discípulos acerca de una especie de súper poder que tenemos todos los creyentes, aunque pocos lo usen. Desde el mundo terrenal, natural y palpable, podemos influenciar poderosamente (atar y desatar; someter y liberar; amarrar y desamarrar, anudar; y desanudar, enlazar y soltar) todo lo que ocurre en el mundo invisible. Este cielo del que está hablando Jesús no es el tercer Cielo donde Dios tiene su trono. Es más bien lo que Pablo llama en Efesios “las regiones celestes” y se refiere a la atmósfera, donde habita el príncipe de la potestad del aire (recordemos que el diablo fue arrojado a la tierra según Apocalipsis 12:9). Ahora bien, ¿por qué lo califico de súper poder? Porque podemos influenciar a los seres que habitan allí y arrebatarles los que nos quieren robar. Es por eso qué cuando los setenta que Jesús envió en su nombre regresaron, le contaron maravillados: “… Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.” Y Jesús, quien puede ver claramente en el mundo espiritual, les confirma: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.” (Lucas 10:17-18).
Los principados satánicos, las potestades del mal operan desde ese mundo. Desde allí pueden arrojarnos dardos de fuego (Efesios 6:16) en la forma de pensamientos, tentaciones, miedo, opresión, al mismo tiempo que pueden intentar retener las bendiciones que ya Dios nos ha entregado. Para ello usan demonios que la biblia también llama espíritus inmundos. Pero al igual que a sus primeros discípulos. Dios ha empoderado a sus discípulos de hoy en día a ejercer autoridad contra las tinieblas: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” (Juan 14:12). Gracias a la misericordia de Dios hemos sido empoderados para atar, en el nombre de Jesús, a todo espíritu inmundo que ataque a nuestras familias, y a todo demonio y principado que acose a nuestro barrio, ciudad o nación. También podemos, en el nombre de Jesús, desatar a cualquier creyente de las ataduras del enemigo, así como de la opresión de adicciones, ataduras y cárceles. Dios nos ha dado a través de Jesús, la Palabra, la capacidad de dominar al enemigo. Es hora de despertar…
“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,…” 2 Corintios 10:4
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