La verdad que crea lo inexistente

“Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad…” Efesios 6:14

Pablo nos está enseñando a ponernos una armadura espiritual para resistir al enemigo y sus huestes. Habla de una coraza de justicia, de un casco de salvación y de la espada del Espíritu, entre otras armas. Sin embargo, la primera de todas es ésta: ceñirnos los lomos con la verdad. La Real Academia de la Lenga Española define “ceñir” como: “Rodear, ajustar o apretar la cintura, el cuerpo, el vestido u otra cosa.” En el contexto del que habla el apóstol, se está refiriendo a lo que llamaríamos “apretarse el cinturón”. Los soldados romanos que usaban largas camisas debían ceñirlas al cinturón para poder correr y, por supuesto, para pelear. Ahora bien, lo que se traduce como lomos no se refiere a la parte trasera del cuello y hombros sino al poder creador. De hecho, no tiene sentido ponerse un cinturón a la altura de la parte más alta de la espalda. En cambio, vemos en Génesis 46:26 que: “Todas las personas que vinieron con Jacob a Egipto, procedentes de sus lomos… fueron setenta y seis” (está hablando de sus descendientes, engendrados por él), y Hebreos 7:5b, Pablo nos cuenta que Leví tomó el diezmo “de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.” Se refiere al poder creador natural y en el contexto de arriba, el poder creador espiritual. ¿Y dónde reside ese poder? En la verdad.

No debemos mentir, pero lo hacemos todo el tiempo. Y no me refiero al que se reporta enfermo cuando tiene una resaca, sino a negar la verdad de la Palabra con nuestras creencias erradas. La primera arma de la que Pablo nos habla es activar (ceñir) el poder creador (los lomos) con la verdad. ¿Cómo te deshaces de la oscuridad? Encendiendo la luz. Así como en una oscura cueva levantamos una antorcha para iluminarla y no tropezar; así también debemos, en la oscuridad del mundo, activar el poder creador de la Palabra. La Palabra de Dios es luz y es verdad; es eterna e indestructible. Al alinearnos con la voluntad de Dios a través de la oración e intercesión, traemos a manifestación lo que Dios ya ha dicho. Por eso dice Romanos 4:17 que Dios “llama las cosas que no son, como si fuesen.” Cuando las circunstancias parecen imposibles, en vez de declarar lo que ven nuestros ojos (el reto, el diagnóstico médico, la adicción insuperable o la escasez financiera) declaramos la verdad, en fe, de que “todo lo podemos en Cristo, que el enfermo es sanado, y la adicción y miseria se van, en el nombre de Jesús.”

“porque nada hay imposible para Dios.” Lucas 1:37

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