La Raíz de la Ansiedad – P1

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” Jesús Mateo 6:25

En el famoso sermón del monte, Jesús va reubicando frase a frase las prioridades en nuestras vidas. Nos está compartiendo su perspectiva, mucho más amplia y sabia, y nos modela acá, en este verso específico, como podemos vivir mejor: sin afanes. Y Él nos dio el ejemplo. Vivió una vida trascendente que cambió la historia de la humanidad al punto de que la dividimos en antes y después de su nacimiento. Venció a su carne, al mundo, al diablo y a la muerte, dejando una huella indestructible con solo 3 años de ministerio. En otras palabras, fue súper efectivo, enfocado y productivo, pero sin embargo vivió sin afán, sin ansiedad, sin angustias, y acá nos instruye (mejor dicho, nos ordena), que no nos afanemos por nuestra vida (comida y bebida) ni por el cuerpo (el vestido). Pero es esa pregunta al final del verso la que nos ubica en la perspectiva correcta: “¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”

Nos afanamos por el alimento, sin embargo, ¿te has puesto a pensar en todas las otras necesidades que tenemos que nos mantienen vivos y que no dependen de nosotros? Respirar, que tu corazón palpite, los niveles hormonales, tus reflejos, poder sentir el dolor, los glóbulos blancos combatiendo infecciones, tu piel que se regenera completamente cada 28 días, tus uñas, el proceso de absorción de nutrientes por varios metros de intestinos, tus órganos sexuales, la médula de tus huesos generando sangre, tu memoria, etc., y si eso fuera poco, los sentidos, la inteligencia para pensar, aprender y trabajar; la capacidad de relacionarnos, etc. Si, el alimento es necesario para la vida, pero también lo son muchísimas cosas más, y tú no las controlas. Por eso Jesús nos pregunta: ¿no son el cuerpo y la vida más que la comida y el vestido? Es como que un ingeniero de la Lamborghini diseñe y le regale un súper auto a su hijo, y éste viva preocupado porque su padre le provea para la gasolina. El que te dio el costosísimo auto, ¿no va a darte el combustible? El que te diseñó y cuenta los cabellos de tu cabeza, ¿no te va a suplir pan? El que te vistió de piel, te dio cabello, y puso cejas y pestañas para proteger tus ojos, ¿no te va a dar vestido? Pablo lleva ese razonamiento a su máxima expresión:

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32

1 comentario
  1. dulce aguilar dijo:

    Amen amen.

    Enviado de Samsung Mobile

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