Los Derechos de los Hijos – P3

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” Mateo 6:11

Dios no nos da solamente acceso a su trono y nos atiende oportunamente. Él también ha provisto para las necesidades de sus hijos por el resto de nuestros días en la tierra. De hecho, aunque el pan será recibido según lo necesitemos cada día, el ya ha planeado el suministro hasta el último de nuestros días que solo Él conoce. Por eso nos enseña a pedir ese pan que ya es “nuestro”, del cual nos dará la porción que necesitamos cada vez. Además, ese pan incluye no solo el alimento físico sino el emocional, el techo, la salud, el vestido y su Palabra, y no solo el tuyo sino el de todos los hijos. Si eres una hija o hijo de Dios, puedes acercarte confiadamente y pedirle el pan que necesitas cada día. ¡Que gran privilegio ser hijo de Dios! Pero si eso fuera poco, en la misma oración Jesús nos otorga el derecho al perdón: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.” (Verso 12). Podemos pedir que nuestras deudas sean perdonadas, con el único requisito de que también nosotros perdonemos a los que nos han ofendido. Dios está diciendo: no me pidas que te de lo que tú no estarías dispuesto a dar porque con la vara que midas, serás medido. Pero si tú perdonas a los que te ofenden y a los que te deben, Él hace lo mismo contigo. Dios te concede el derecho de hijo a ser perdonado. Nadie más lo tiene.

Si esto fuera poco, Jesús les otorga a los hijos el privilegio de pedirle colectivamente: “si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 18:19). Dios quiere que sus hijos trabajen alineados bajo una visión y misión, y nos ofrece esa tremenda promesa: Pónganse de acuerdo. No me pidan una cosa uno y otra cosa el otro. ¡Qué hermoso regalo para los esposos! Puedes ponerte de acuerdo con tu hermano y con Dios, pedir lo que quieras de acuerdo con su voluntad, y Él lo hará. ¿Qué más se puede pedir? Según este verso, tu vida puede cambiar, tu futuro puede cambiar y tu descendencia puede cambiar. Tu familia, tu ciudad, tu nación; tu salud, tu propósito, tus finanzas y todo lo que desees va a cambiar. No hay poder mayor que la oración. Dios te ofrece lo que desees si tan solo te pones de acuerdo. ¿Qué estás esperando? Busca tu Biblia y busca a otro creyente, y comienza a disfrutar de la bendición de ser hijo:

“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” Juan 15:7

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: