Los Derechos de los Hijos – P4

“Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.” Mateo 15:26

Jesús le está hablando duramente a una mujer extranjera (cananea, no judía) quien desesperada le ruega que le sane a su hija quien está gravemente atormentada por un demonio. Jesús le hace una afirmación profunda: ese pan (el de la libertad de los demonios) pertenece a los hijos, no a los extraños. Los Evangelios son absolutamente claros en cuanto a que la única arma que existe contra las fuerzas de la oscuridad es el poder del nombre de Jesús proviniendo de la boca de cualquiera de sus hijos. De modo que los hijos de Dios tenemos el derecho a la libertad de ataduras, adicciones, opresiones, etc. La Biblia llama a los demonios angustiadores, verdugos y opresores, entre muchos otros nombres, pero Jesús acá nos revela que otro derecho de los hijos es la autoridad sobre esos demonios, a través del poder de su Nombre. Por eso nos empodera (a los que creemos): “En mi nombre echarán fuera demonios.” (Marcos 16:17) Si, la libertad de las tinieblas es un derecho de los hijos porque lo que atemos en la tierra será atado en el cielo, y lo que desatemos en la tierra será desatado en el cielo (Mateo 18:18). Por eso Jesús también dijo que “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8:36.

Otro derecho que al igual que la libertad, usamos poco, es el derecho a la paz. Jesús nos dijo: “la paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). La paz que el mundo ofrece es circunstancial, depende de los acontecimientos, de la economía, de la salud, del clima y muchos otros factores, pero Jesús nos da una paz diferente, una paz que es suya, que le pertenece a Él y proviene de Él. Nos la entrega intacta, no sujeta a nuestra situación. Los seres humanos no fuimos creados para vivir en ansiedad ni en zozobra. Nuestro cuerpo y alma están hechos para la paz, y si tú has confesado a Cristo como tu único y suficiente Salvador, te invito a leer la Biblia y a conocer tus derechos como hijo. Hay tantas bendiciones en las Escrituras que genuinamente te pertenecen y millones de creyentes viven una vida sin propósito ni sentido, y sin disfrutar de esos regalos debido a paradigmas incorrectos o por desconocimiento de sus derechos y su herencia. No te los pierdas tú ni tus generaciones. Disfruta la vida que Dios te da. Jesús ha prometido darte todo, aún el descanso:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Mateo 11:2

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