El Libre Albedrío y Nuestros Hijos – P1
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;” Deuteronomio 30:19
Pienso que antes de crear al ser humano, Dios tenía solo 4 opciones: 1. No crear absolutamente nada o un mundo sin vida, estático. 2. Crear un mundo solamente funcional, sin belleza ni virtudes, únicamente con seres como reptiles y escorpiones. 3. Crear seres humanos como robots, que nunca se equivoquen ni mientan ni roben ni pequen. Y 4. Crear el mundo que creó. Si lo analizas un poco notarás que, en este último escenario, en el universo que conocemos y en nuestra tierra (a pesar de sus problemas y vicisitudes), es el único en donde el amor es factible. Solo cuando el ser creado puede decidir según su consciencia, si ama o deja, si defiende o abandona, si es fiel o traiciona; solo cuando tenemos libertad para elegir el bien o el mal, libre albedrío, podemos elegir el amor o el desamor. Solo en este mundo, a pesar de todas sus virtudes y miserias, es el lugar donde puede existir el amor y el honor, la fidelidad y el sacrificio.
Y este verso nos muestra dos cosas importantísimas para que el bien se manifieste en la humanidad. Una es el deseo de Dios: que escojamos el bien, la vida, la bendición. Dios nos da la opción de seguirlo o dejarlo, de amarlo o rechazarlo, pero anhela que optemos por Él, ¿por qué? Porque nos ama y porque nos conviene para que podamos vivir, no solo nosotros sino nuestra descendencia, nuestros hijos y nietos. Y allí no está mostrando la segunda cosa importante: Él es un Dios generacional. Por eso lo llaman el Dios de Abraham (padre), Isaac (su hijo) y Jacob (el nieto). Por eso dice: “escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.” Si tú escoges la bendición, la vida, el bien, le abres el camino a tus hijos en esa dirección. Es como una rama verde que genera otras ramas y flores. Si por el contrario escoges la maldición, el mal, la muerte, tus generaciones sufrirán maldiciones. Del mismo modo que tenemos una herencia genética, una herencia familiar y también cultural, tenemos una herencia espiritual. Si nuestros ancestros escogieron el bien de acuerdo con la Palabra, tenemos una ventaja. Si no fue así, tenemos desventajas. La buena noticia es que los errores de nuestros ancestros y aún los propios tienen una solución única, pero 100% garantizada: Jesucristo.
“El ladrón [adversario] no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10:10
Amen amen.
Enviado de Samsung Mobile
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