La Eterna Ley de la Siembra y la Cosecha – P2

“Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.” Santiago 5:7b

Además de sembrar y de bendecir a la semilla como explicamos en el post de la semana pasada, es importante esperar con anticipación, con emoción, con gozo. Nadie invierte semanas de duro trabajo abriendo surcos en la tierra, removiéndola, arrancando las piedras y raíces del monte, sembrándola, poniéndole fertilizantes y abono, y regándola mañana y tarde para luego decir: “Bueno, ya sea que este terreno me dé o no me dé buen fruto, me da lo mismo.” Tampoco veremos a una mujer embarazada que ame y anhele a su bebé decir: “Yo sigo con mi misma vida, nada ha cambiado. Si Dios quiere que nazca bien, nacerá bien; y si no, ya veremos.” No. Su expectativa se manifiesta cuidándose, observando su dieta, cuidando su salud, llenándose de pensamientos tiernos y de paz, descansando. Ella y su pareja están expectantes. Saben que pronto viene algo maravilloso y día a día preparan todo para recibir el fruto de su amor.

Lamentablemente los creyentes creemos que el hecho de estar expectantes con la siembra es un indicio de orgullo, ambición o falta de humildad. Ahora bien, si Dios dice en su Palabra en Malaquías: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde,” (Malaquías 3:10), ¿qué tiene de malo que si yo siembro en el Reino como dice acá (diezmos y ofrendas) lo haga en adoración y con expectativa de que voy a ser bendecido? ¿Acaso no dice el Salmos 23 que el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida? ¿Por qué no habría de esperar la bendición? ¿Será que Dios es mentiroso y cuando dice que aquel que honra padre y madre será bendito en la tierra y prosperará, nos está probando y engañando? Por supuesto que no. Cuando siembras, esperas fruto. Cuando tienes un sueño, deseas que se cumpla. Cuando esperas tu bebé, lo aguardas. Nada de malo en eso. De igual modo, cuando honras a Dios, espera su bendición porque Él es fiel y verdadero. Por algo dice Salomón “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella.” (Proverbios 10:22). Esperar que Dios cumpla sus promesas es la mejor manera de ejercer fe. Espera en Él porque Dios no puede mentir.

“Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.” Proverbios 3:9-10

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