Lidiando con la Decepción – P2

“Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.” 2 Timoteo 4:17

La semana pasada hablamos de la decepción y de cómo Pablo la procesa. Si bien es doloroso, Pablo no le oculta ni niega a Timoteo sus sentimientos. Ese es el primer paso: reconocer lo que nos duele. La decepción, según un diccionario es un “pesar causado por un desengaño.” Es real y no debemos pretender que nada pasa. Si no lo dejas salir a través de un período de duelo, tarde o temprano saldrá de cualquiera otra forma y cuando menos lo esperes. Luego dice otra frase importante: “no les sea tomado en cuenta” (verso 16b). Aunque Pablo reconoce que se siente decepcionado o quizás triste, no los culpa ni comienza a autocompadecerse, no les pone expectativas personales, sino que, de algún modo, reconoce que es la conducta humana. El paso siguiente es esencial: “Pero.” Un “pero” anuncia una alternativa, una salida asertiva; un reconocer la herida. Un “pero” indica abrirla y limpiarla con alcohol, aunque duela. Y ese “pero” que abre una nueva puerta, tiene una razón: “…el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas.”

El apóstol no se enfocó en las personas que al igual que él, podemos decepcionar a otros, sino que buscó al Único que nunca te va a decepcionar porque es Fiel y Verdadero: Jesús. Y que pasó cuando buscó a Jesús: “le dio fuerzas.” ¿Para qué? Para que se cumpliera la predicación para los gentiles, para que todos la oyesen. En otras palabras, al enfocarse en Dios pudo continuar cumpliendo su misión. Dios lo usaba aún en medio de sus prisiones. ¿El resultado? Fue librado de la boca del león. ¿Qué podemos aprender de todo esto? La decepción se opone a tu misión. Es un revés, un golpe a aquello para lo que estás siendo usado. Alguien cercano te traiciona, te abandona, cree una mentira sobre ti y murmura. Si te distraes en ello, te quedas atascado allí y tu misión se detiene. Pablo nos enseña varios pasos: 1 Reconocer y aceptar el dolor. 2 Decidir que es parte de la vida y negarse a ser víctima (no le sea tomado en cuenta). 3 Enfocarse en Dios que nunca decepciona. Eso le permitió recibir fuerzas en vez de desgastarse. 4 No permitir que esa oposición nos distraiga del propósito que Dios nos dio (peleemos las batallas que contribuyan a nuestro objetivo, ninguna otra). 5 Cómo consecuencia de su carácter y de su fe, Dios lo libró milagrosamente de la boca del león. Cuando confiamos a Dios y perdonamos a los demás y a nosotros mismos, sabemos que:

“Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.” 2 Timoteo 4:19

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