Lidiando con la Ansiedad – P3

“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.” Salmos 55:2

Día a día, mientras vamos conociendo la Palabra y orando al Padre, nuestra confianza se incrementa al entender más de Él. La idea es simple: meter en nuestras almas (pensamientos, sentimientos y voluntad) más de Dios y de sus principios eternos e inalterables, para que vayan saliendo las creencias erradas y antiguas guiadas por el mundo y por la “vana manera de vivir que aprendimos de nuestros padres.” Es como el manantial que con su pequeño hilo transparente va renovando el agua del lago contaminado. Poco a poco se esclarece. Y mientras eso ocurre, nuestra confianza en Dios se va incrementando y descubrimos que Él es real, no una ilusión, una religión ni un conjunto de normas morales o rituales. Comenzamos a vislumbrar a Alguien cercano, amoroso, sabio y poderoso que nos acompaña en cada circunstancia de nuestras vidas; en los detalles, en lo relevante y aún en lo insignificante. Conocemos a un Dios que quiere llevar nuestras cargas, que nos dice: “Suelta ese peso, es muy grande para ti, no puedes con él. Entrégamelo a Mí.” Puedes echar sobre Él tu carga, tus angustias, tu deseo de controlar el futuro y cada circunstancia porque en este verso Dios promete que te sustentará.

El apóstol Pedro también nos instruye: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1 Pedro 5:6-7). Muchos nos creemos humildes sin serlo (yo incluido). En este verso observamos que la manera de humillarnos delante de Dios no es arrojándonos al suelo, llorando o pidiendo perdón. Nos humillamos “echando toda nuestra ansiedad sobre Él”, es decir entregándole a Dios las cargas y descansando en Él. La humildad implica soltar el control y si eres como yo, no se te hace fácil. Me gusta controlar y dirigir, y por eso Dios en este verso me dice: “¿Quieres humillarte bajo Mi poderosa reconociendo que Yo Soy Dios?” Y cuando le respondo: “Si Señor”, su instrucción es algo como: “Suelta entonces el control. Todo el control. Entrégame tu ansiedad, tus temores, tus angustias y preocupaciones, porque Yo tengo cuidado de ti. Confía en Mí.” David nos revela la misericordia de Dios quien nos ordena soltar nuestros afanes y ansiedades y confiar en quien cuida de nosotros aún mientras dormimos:

“Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues Él da a su amado aun mientras duerme.” Salmos 127:2

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