Lidiando con la Ansiedad – P4
“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.” Salmos 42:5
Hasta ahora en esta serie sobre Cómo Lidiar con la Ansiedad, hemos visto la importancia de 1. Conocer la Palabra (como la base para entender a Dios y acercarte sabiamente a Él), 2. Orar diariamente mínimo durante una cita diaria idealmente a la misma hora y en el mismo lugar (altar), lo cual te llevará a 3. Confiar en Dios mediante pasar tiempo con Él y conociéndole más, lo cual poco a poco se traducirá en: 4. Soltar. Nos humillamos soltando nuestra ansiedad sobre Él porque Dios tiene cuidado de nosotros. Ahora bien, una de las maneras más poderosas que conozco de deshacer la ansiedad es a través de un poderoso acto de fe en Dios que es más glorioso mientras mayor es la dificultad: Alabarlo. En este verso David nos da un gran secreto. Su alma (emociones, pensamientos y voluntad) está turbada y abatida. ¿Por qué? Por las dificultades de la vida y por los ataques de sus muchos enemigos. Pero David no se deja hundir en ese temor, sino que desde su espíritu le habla a su alma: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle.” La alabanza en medio de las dificultades le da un mensaje a nuestro enemigo de que aún bajo ataques y amenazas, confiamos en Dios. Que nuestra confianza está en Él porque Él es mayor que todo nombre que se nombra. Además, esta alabanza exalta al Padre y al enfocarte en Él, en tu Creador, tus problemas se minimizan y disuelven. ¡Pruébalo!
Una poderosa arma contra la ansiedad es el corazón agradecido: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios…” (1 Tesalonicenses 5:18). Es difícil entristecer o preocupar a esa persona que constantemente está haciendo inventario de todo lo bueno que recibe. Además, esa actitud motiva al dador a que le de más. Y para que la ansiedad no regrese más nunca, además de darle gracias a Dios y alabarlo, ve y sirve a alguien: “El justo sirve de guía a su prójimo;” (Proverbios 12:26). En este tiempo de redes sociales y selfies, es fácil vivir centrados en nosotros, así como antes de Copérnico creíamos que el sol giraba sobre la tierra. Pero si te sales de tu vitrina, si conviertes el espejo que te refleja en un lente que te permita en cambio ver a través de él, observarás que muy cerca de ti, allí en tu propia familia, amigos y vecinos, hay mucha necesidad de aliento, de consuelo, de pan, de abrigo, de la esperanza que solo existe en Jesucristo y su Palabra. Extiéndele hoy mismo la mano a alguien y verás como tu ansiedad se desvanece.
“Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.” 2 Tesalonicenses 3:13
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