La Inalterable Bondad de Dios – P1
“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” Génesis 3:9
¿Sabías que el plan original de Dios era compartir con los seres humanos cara a cara y disfrutar de su compañía y juntos del Jardín de Edén (creación)? Acá leemos que Dios se aparecía en forma física a Adán y a Eva quienes estaban llenos de su gloria, de modo que no se sentían incómodos por estar desnudos. El mal no tenía acceso al Jardín hasta que ambos seres humanos se lo dieron y entonces las tinieblas tuvieron permiso legal de entrada. Por eso Dios tuvo que sacarlos de tan perfecto lugar, porque ya no era perfecto. Pero el plan inicial de Dios era la intimidad, la amistad, la comunión diaria con su creación. Algunos piensan que el Dios del Antiguo Testamento era estricto y duro, y el del Nuevo más tolerante, gracias a la venida de Jesucristo, pero el Mesías siempre ha sido Dios. Él no cambia. Cuando Jesús acompaña a dos discípulos que no pueden reconocerlo después de su resurrección camino a Emaús, dice Lucas 24 que “comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” Todas las Escrituras, sin excepción apuntan a Jesús y a la redención de la humanidad. No hay dos Dioses, uno estricto y otro tolerante.
Ahora bien, cuando tú y yo le atribuimos a Jesús características que Él no tiene, no solo erramos tontamente, sino que nos perdemos de disfrutar de su maravillosa persona. Por ejemplo, cuando Dios se manifestó en el desierto delante del pueblo de Israel, estos se asustaron tanto que le pidieron a Moisés que él hablara con Dios y luego les contara. Ellos estaban llenos de temor. Moisés sube a la montaña, y Jehová le abre su corazón de Padre al decirle: “!!Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio 5:29) En otras palabras, Dios le está diciendo a Moisés algo cómo: “Ojalá que no fuesen rebeldes sino obedientes para que hicieran lo que les conviene no solo a ellos sino a sus hijos, para siempre.” ¡Ese es el sentir de Dios por sus hijos! “Ojalá fueran más sabios e hicieran lo que les conviene.” “¡Quién diera que pudiesen percibir lo que tengo para ellos, para que obtuvieran todo lo que he preparado para ellos!” Si lees y tratas de “escuchar” esa voz, sin prejuicios, veras que, desde el principio, el deseo de Dios es el bien de su creación. Cómo todo buen Padre promete nunca dejarnos:
“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.” Isaías 49:15
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