Mantén el Fuego Encendido – P2

“Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.” Levítico 6:12

En la primera parte enfatizamos la necesidad de sacrificar a Dios nuestros ídolos y pecados, y deshacernos de las cenizas del pasado tales como falta de dar o recibir perdón, sentimientos de culpa, altivez, malicia, amargura y queja, entre otros. Retirar las cenizas es clave porque si no lo hacemos, aquello que antes avivó la llama (la ceniza) se convierte en lo que la apaga. Pero aún falta algo esencial: poner los leños. Después de quitar las cenizas tanto del sacrificio como de los leños anteriores, es necesario agregarle nuevo vigor a lo que queremos ser, mostrar y testificar de acuerdo con la Palabra de Dios. Quizás tu ceniza sea la ansiedad y tu leño sea pedir cada mañana la paz de Jesús. Puedo apartar las cenizas de la indiferencia y poner el leño de la atención, de la empatía y el amor. O sacrificar ante Dios el orgullo que no me permite perdonar, y poner el leño del amor sacrificial de Jesús entendiendo que quién me hirió o decepcionó, también tiene su historia personal.

El Espíritu Santo también nos instruye a través de la mano de Moisés, el escritor de Levítico, a acomodar el holocausto sobre el fuego y a quemar las grosuras, lo más jugoso y deseable. Dios quiere que le entreguemos, que le sacrifiquemos lo mejor, porque eso nos mantiene ubicados en la relación correcta: Él es Dios, nosotros su amada creación. Por ejemplo, cuando le damos las primicias de nuestro tiempo iniciando el día adorándolo, orando y buscando su rostro, su paz nos acompaña por todo el día y con su apoyo, es probable que hagamos más con el tiempo restante que habiendo usado el tiempo de oración para otras actividades. Lo mismo ocurre con los diezmos y ofrendas. Dios multiplica tu parte luego de que lo honraste dándole la primera y mejor porción a Él, al punto que lo restante se multiplica y te alcanza para más que si lo hubieras tomado todo. Búscalo primero a Él para cada decisión. No inicies un proyecto sin haber escuchado lo que a través de su Palabra te dice al respecto. No resuelvas un conflicto según tu carne sino según la Palabra. Somete tu carne a los designios de las Escrituras confiando en Dios más que en ti mismo. Si honras lo que Él dice a pesar de tu deseo natural (es decir, si sacrificas la grosura, lo mejor para Él), no solo tendrás su aprobación sino su respaldo. Y tu llama no se apagará.

“El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.” Levítico 6:13

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