Lo Entenderás Después

“… Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.” Juan 13:6b-7

¿Cuántas veces nos hemos afanado y sufrido por algo que deseamos profundamente, que creemos que es imprescindible y pensamos que no podremos salir adelante sin ello? Pasan las semanas, los meses y hasta años y entonces nos percatamos de que no solo no lo necesitábamos, sino que afortunadamente tenemos una mejor situación ahora, gracias a que eso no pasó. Nos ha pasado una y otra vez, porque Dios permite que sucedan ciertas cosas con el fin de que logremos nuestros propósitos, de que nos fortalezcamos y superemos. Además, aun cuando el problema viene de las consecuencias de nuestras malas (y a veces pésimas) decisiones, una vez que metemos a Jesús, Él nos ayuda a convertir en bendición, en ventaja, en victoria aquello que hicimos mal. Sin embargo, al estar nuevamente en medio de los retos volvemos a asustarnos, a buscar como salir de la situación, como escaparnos de ella, olvidando que tienen un propósito, una meta, un fin. Dios no está tan interesado en nuestras comodidades y tranquilidad como lo está en que logremos aquello para lo que nos hizo.

Acá Jesús le está lavando los pies a sus discípulos y el siempre testarudo Pedro (al igual que lo hubiera hecho yo), no quiere dejar que el Señor se los lave. Jesús le explica: “No lo comprendes ahora, más lo entenderás después.” Y eso es parte de la fe que necesitamos tener en nuestro Señor. La fe para obedecer lo que nos ordena, comportarnos como su Palabra indica y esperar paciente y confiadamente sabiendo que, aunque todo parezca ir en la dirección contraria, Él ha prometido guiarnos y estar con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo.” Lo vemos en la historia de como Moisés creció en el palacio de faraón, lo cual le permitió ir a confrontarlo décadas después cuando el Señor se lo ordenó. Pasó también 40 años en el desierto de pastor de ovejas del suegro, lo que le sirvió para convertirse en el hombre más manso que había en la tierra (Números 12:3) y donde fue capacitado para guiar al pueblo por ese mismo desierto. ¿Cómo lo guiaría sin conocer el territorio ni saber cómo sobrevivir en tan difícil clima, serpientes, escorpiones, coyotes, etc.? Moisés sabía que después lo entendería, y permaneció creyendo y obedeciendo como si viera a Dios:

“Por la fe [Moisés] dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.” Hebreos 11:”7

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