¿Humilde o Abominable? Tú eliges…

“Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; Ciertamente no quedará impune.” Proverbios 16:5

Personalmente no quisiera ver mi nombre y la palabra abominación en la misma oración, ya que esta significa: “cosa asquerosa, detestable.” Ahora bien, cuando pensamos qué podría considerar Dios como abominación, vienen a nuestras mentes pensamientos como la inmoralidad sexual, el fraude, el maltrato o abuso de niños o el asesinato. Sin embargo, acá Dios llama abominable al altivo, es decir al arrogante, al orgulloso, al que se juzga superior a los demás. Y si eso fuera poco, trae una advertencia: “ciertamente no quedará impune.” Ahora bien, vivimos tiempos en los cuales el ser humano se autoexalta como nunca. No se trata solo de los miles de selfies que tanto preocupan a nuestros jóvenes ni del narcisismo exacerbado de las redes sociales, sino de la consecuencia de ese pensamiento: la ilusión de que podemos vivir bien estando separados de Dios, de que somos “los dueños de nuestro destino” y de que no necesitamos de Él. Ese es el problema. Conceptos como obediencia y santidad son casi un insulto para algunos o consideradas como prácticas anticuadas, en el mejor de los casos. En otro Proverbio Salomón escribe: “Seis cosas aborrece Jehová,        Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos.” (6:16-19) Lee por favor de nuevo esta lista y observa la gravedad de cada práctica que Dios abomina. ¿Y cuál es la primera? Los ojos altivos. ¿Por qué? Porque de ella nacen todas las otras plagas que Dios detesta.

¿Quieres ser libre de la altivez y dejar de ser abominable a Dios? Bueno, lo primero es darnos cuenta de cuan arrogantes nos hemos vuelto. Meditemos en su grandeza, en el universo, en lo pequeños, frágiles y temporales que somos. Jesús nos instruye que “aprendamos de Él que es manso y humilde de corazón.” Quizás la altivez y el orgullo nos lleven a alcanzar nuestros objetivos terrenales, pero no olvidemos que ellos nos apartan de los celestiales. Nadie es grande delante del Señor del universo, Todopoderoso y Eterno, por lo que todo aquel que se jacta en su Presencia, es rechazado. Dios lo mira de lejos, no se acerca, no le atiende…

“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos.” Salmos 138:6

Los comentarios están cerrados.

A %d blogueros les gusta esto: