La Mesa de Tu Victoria – P1

“Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.” Éxodo 17:9
El pueblo de Israel fue inesperadamente confrontado por los amalecitas, tribu idólatra con soldados sin honor, quienes ya habían atacado antes a Israel por la retaguardia, desbaratando su retaguardia con los débiles que estaban en ella, cuando Israel estaba cansada y trabajada. (Deuteronomio 25:17-18). Moisés prepara el contraataque de una manera inusual: 1) envía a pelear a Josué con soldados que él (Josué) debería escoger, es decir presenta un frente natural, terrenal, y 2) le informa que él, Moisés, estaría en la cumbre del collado, el punto más alto, con la vara de Dios en su mano. ¿Qué significa la cumbre del collado? Generalmente cuando la Biblia habla de subir al monte, se refiere a buscar a Dios, a través de la oración. El mismo Jesús subió al monte para ser transfigurado mientras oraba (Lucas 9:29). Ahora bien, la cumbre del collado es el lugar más alto de este, por lo que podemos asumir que era una oración intensa, intercesora, de guerra espiritual. Este sería el frente espiritual.
Y cuando empezó la batalla sucedió algo extraordinario. Josué y sus soldados batallaban con coraje, pero lo que determinaba el triunfo era lo que hacía Moisés: “Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.” (Verso 11). Cuando Moisés mantenía en alto la vara de Dios, su autoridad, su poder, su nombre, los amalecitas cedían y perdían hombres y territorio, pero cuando las manos de Moisés se cansaban y las bajaba (no ejerciendo el poder del nombre de Jehová, de su autoridad), Josué retrocedía. En otras palabras, la batalla era real, violenta y sangrienta en la tierra, pero lo que determinaba quien vencería era el poder espiritual. Pablo nos advierte que “… no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades” y otras entidades demoníacas. Las batallas de la vida, por nuestra salud, por la familia, por las finanzas o por libertad, parecen ser naturales, pero son espirituales. Lo que vemos es el resultado, no la causa. Hay circunstancias con las que estás batallando usando la ciencia, tus ideas, el sentido común, el dinero o relaciones, pero que no cambian porque deben pelearse en lo espiritual, desde la “cumbre del collado,” con la autoridad del Nombre de Jesús. Es tiempo de cambiar tu perspectiva, de pelear desde lo espiritual las batallas terrenales.
“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.” Éxodo 17:13
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