La Mesa de Tu Victoria – P2

“Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec” Éxodo 17:11
La semana pasada vimos como la victoria de Josué no vino de la habilidad de sus soldados ni de su fiereza, aunque ciertamente pelearon de manera valiente y esforzada. No, la victoria provino del ámbito espiritual, de Moisés quien, desde la cumbre del collado (símbolo de oración e intercesión), y con la vara de Jehová en su mano (símbolo de autoridad y poder divinos), mantenía sus brazos en alto ejerciendo autoridad y poder espiritual sobre la batalla. Lo imagino como un video juego donde Moisés levanta el control y su ejército prevalece. En tu vida hay batallas espirituales que estás peleando de manera natural, y por eso no consigues la victoria. Ahora bien, quizás has estado orando por meses o años al respecto, creyendo que eso es pelearlas espiritualmente, pero falta algo más. Esta historia nos enseña que, si queremos poner esa victoria sobre nuestra mesa, esta debe tener 4 patas, cuatro pilares esenciales para obtener el triunfo. Veamos: El primero es actuar con excelencia en el mundo natural. Moisés le dice a Josué que “escoja varones y salga a pelear.” Si tienes un problema con tu pareja o jefe, no basta orar, debes actuar con coraje y sabiduría siendo un excelente cónyuge o trabajador. Lo segundo, es la oración e intercesión. Pablo nos manda a “orar sin cesar.” Nuestro trabajo, nuestro día a día debe ser una consecuencia de actos de adoración a Dios.
Tercero, la parte más obvia pero la más difícil: Obedecer. “E hizo Josué como le dijo Moisés.” Josué no duda, no le hace una contrapropuesta, no se queja diciéndole “¿por qué yo arriesgando mi vida y tú en el collado, Moisés?” Josué hace exactamente lo que Moisés le ordenó, sin chistar. He visto a personas actuar con excelencia y en activa oración, que titubean para obedecer, queriendo que Dios les explique sus razones, pero eso no es obediencia, y una mesa no se sustenta firme sobre solo dos patas. Obedecer conecta el mundo natural con el espiritual. Le dice a Dios: Yo te creo, yo te sigo. Por último, Moisés se cansó de levantar sus manos, pero obtuvo ayuda de Aarón y Hur. Solo así resistió hasta el final del día. En tus pruebas y batallas necesitas quienes levanten tus manos. Creyentes firmes que te animen a batallar cuando parece que no hay salida; a perseverar cuando no puedes imaginar cómo. Si 1) actúas con excelencia en lo natural, 2) te mantienes en oración, 3) obedeces sin chistar y 4) buscas soporte de creyentes, lo lograrás:
“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.” Éxodo 17:13
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