No Mires Atrás – P2

“¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa?” Números 14:3

El pueblo de Israel acababa de salir de la opresión de Egipto, luego de 430 años de esclavitud. Jehová había revelado su poder a través de la administración de 10 plagas, y más recientemente había abierto el Mar Rojo, para que toda la nación lo cruzara con los pies sobre terreno firme y seco. Sabiamente Moisés comisionó a sus 12 príncipes, uno por cada tribu, para ir a reconocer la tierra que Dios les había prometido. Luego de 40 días regresaron los 12 líderes con una opinión dividida. Todos reconocían que era una gran tierra, bien regada, fértil y fructífera. De hecho, para transportar un racimo de uvas, necesitaron ensartarlo en un palo y llevarlo entre dos. Desafortunadamente, debido a los imponentes gigantes que allí habitaban, 10 de los 12 príncipes se asustaron y deseaban regresar. A pesar de la insistencia de Josué y Caleb (los únicos que tenían fe para obedecer y que estaban dispuestos a pelear), la mayoría prevaleció y estos 10 príncipes que estaban amedrentados, le dieron a la esperanza del pueblo la estocada final: “No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.” (Números 13:31)

Cuando la incertidumbre nos ataca, queremos regresar a lo conocido, a lo cómodo, sin importar cuan malo eso conocido sea. Vemos a personas que anhelan terminar una relación abusiva, pero ante la incertidumbre de la soledad, se quedan atrapados en ella. Después de todo: “malo conocido es mejor que bueno por conocer.” Queremos separarnos de ese grupo de amigos tóxicos que nos quitan valor en vez de agregárnoslo, pero viene el fin de semana y, ante la incertidumbre de quedarnos en casa, reincidimos. Y lo mismo ocurre con ese trabajo que detestas, con esa adicción, o con algunas costumbres poco saludables, y todo esto a costa de tu tierra prometida, de tus sueños, de tu propósito. Y en ese constante mirar al pasado, donde nos sentimos más “seguros”, no nos percatamos de que estamos renunciando al mañana, al futuro que Dios nos quiere dar. Por eso el llamado de Dios para su pueblo es para ver hacia adelante, no hacia atrás. Es bueno hacer memoria para reflexionar, pero nunca para morar allí. El pasado, pasado está. Por eso, 40 años después, cuando por instrucciones divinas Moisés le delegó a Josué la misión de guiar a Israel a la tierra prometida, le dijo que avanzara:

“Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides” Deuteronomio 31:8

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